Desde fuera, los ciudadanos ven a los funcionarios de la Diputación como trabajadores con puestos estables y bien remunerados. De puertas adentro, la plantilla se muestra bastante satisfecha con sus condiciones de trabajo, según se desprende del primer informe sobre este tema encargado por la institución foral. Las encuestas arrojan una nota media de 3,23 sobre 5 y sitúan el ambiente de trabajo y las retribuciones como algunos de los aspectos más valorados. La promoción y desarrollo profesional así como la percepción de la dirección son, por el contrario, los 'puntos débiles' de la política de personal.
El estudio se realizó el año pasado con una elevada abstención. De las 2.708 personas consultadas, en su mayoría funcionarios pero también trabajadores con contrato laboral, sólo el 33 por ciento completaron el cuestionario. Esto no resta validez al resultado según el director de Función Pública, Adolfo Alustiza. 'Es el primero que se hace y consideramos que resulta suficientemente significativo. Además, hay que tener en cuenta que en Hacienda -el departamento con más peso, que aglutina a un millar de empleados- habían hecho otro estudio similar unos meses antes'.
Las conclusiones 'nos han sorprendido por lo buenas que son', dice el responsable foral. Las retribuciones y el reconocimiento y valoración, 'que siempre suelen salir mal en estas encuestas', obtienen buenas calificaciones. El 58 por ciento de los encuestados se muestra conforme con su sueldo. En general, las respuestas más positivas corresponden a la categoría profesional más elevada, y el índice de satisfacción desciende a medida que se baja en el escalafón. Por departamentos, el Gabinete del Diputado General, Empleo y Formación, Innovación y Promoción Económica y Medio Ambiente logran las mejores notas, mientras que Agricultura y Cultura se sitúan en el otro extremo.
La promoción profesional y la percepción de la dirección son los únicos aspectos que no llegan al 50 por ciento de respuestas positivas. El primer punto es, además, de gran importancia para los empleados forales. 'La Ley de Función Pública es muy rígida, encorseta muchísimo', reconoce Alustiza. El Gobierno central acaba de reformarla y 'probablemente' también se modificará la del Parlamento vasco, lo que aumentará las oportunidades de desarrollo profesional. 'La nueva ley contempla por fin la promoción horizontal. Por ejemplo, un ingeniero de Obras Públicas que quiera mejorar sus condiciones puede adquirir mayor especialización y responsabilidad sin necesidad de entrar en la escala de mando'.
La percepción de la dirección es 'la dimensión peor valorada de la encuesta. Los trabajadores consultados 'no se encuentran arropados por sus respectivas direcciones en sus problemas y no confían en las decisiones que toman', concluyen los autores del estudio. 'Eso hay que matizarlo', afirma el responsable de Función Pública. A su juicio, lo que falla es 'el sistema de comunicación interna' -se ha puesto en marcha un plan para mejorarlo- ya que 'la valoración es mejor a medida que aumenta el grado de responsabilidad. La percepción de la dirección es lejana, pero la gestión del equipo directivo está bien valorada. Cuesta mucho que los planes y las directrices de los departamentos lleguen a los funcionarios', concluye.
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