El trabajo de Chen Tianyun se caracterizaba sobre todo por el peligro y la fatiga. Chen trabajaba en un restaurante de Manhattan, como repartidor.
Muchas veces, estuvo a punto de ser atropellado por vehículos mientras conducía su motocicleta. Sobrevivió a un asalto a mano armada. La mayoría de las semanas trabajaba 70 horas, a fin de poder enviar dinero a su familia en China.
Y por todo ese esfuerzo, le pagaban unos 550 dólares por mes, alrededor de 1,81 dólares la hora, menos del 10% del salario mínimo.
Sus patrones le recomendaron que viviera de las propinas.
Historias como las de Chen son muy comunes en la ciudad de Nueva York, donde los inmigrantes integran casi la mitad de la fuerza de trabajo, y los empleadores que violan las leyes laborales han podido contar con la complicidad y el silencio de sus empleados, agradecidos de obtener un trabajo.
Pero en los últimos tiempos, muchos de esos arreglos han sido amenazados por una rebelión en la industria de los servicios.
En años recientes, obreros que perciben salarios bajos en diferentes partes de Estados Unidos han entablado demandas buscando miles de dólares en compensaciones de patrones a los que acusan de no haberles pagado el salario mínimo o tiempo suplementario.
Las demandas cubren una amplia gama de sectores y de trabajadores, que incluyen jardineros, empleados de tiendas y obreros de la construcción. Pero la mayoría parecen compartir un elemento común: generalmente involucran a inmigrantes que han comenzado a reclamar sus derechos y van a los tribunales a exigir compensación, sin importar su estatus legal.
Algunos de los dueños de negocios o empresas que han sido demandados aseguran que han tratado bien a sus trabajadores, y que en realidad, sus ex empleados fueron engañados por abogados y activistas gremiales.
Demandas federales por presuntas violaciones a la ley que protege a los trabajadores de prácticas ilegales se han duplicado con creces en años recientes, pasando de 1.854 casos en el 2000 a 4.389 en el 2006, según la Oficina Administrativa de Tribunales de Estados Unidos.
Y en Nueva York, la mayoría de las demandas provienen de trabajadores que dicen que nunca recibieron salarios, y trabajaban, en su mayoría, simplemente por las propinas.
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