La jornada intensiva suele aplicarse los tres meses del verano y satisface tanto a los empleados como a las empresas, aunque tiene un "pero": miles de escolares también ven disminuida su jornada durante el mes de junio y muchos padres tienen que hacer malabarismos. El recurso, como siempre, son los abuelos.
Con la sonrisa puesta. Así han llegado ayer muchos empleados a la oficina: saben que a la tarde la dejarían desierta. Cuatro de cada diez españoles, según una encuesta del Ministerio de Trabajo, disfrutan de la jornada reducida. De hecho, cada vez más empresas adoptan la flexibilidad de horarios.
Y frente a la alegría de los trabajadores con jornada intensiva, la preocupación de los padres que no la tienen. Un estudio del Instituto de Empresa asegura que una jornada laboral dilatada no es sinónimo de mayor productividad. A veces, menos es más.
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