Por primera vez en la historia de Sudáfrica, los funcionarios públicos comenzaron el viernes una huelga indefinida que dejó las escuelas vacías, los hospitales con servicios restringidos y las oficinas del Gobierno casi sin atención.
Los sindicatos reclaman un incremento salarial del 12%, entre otras demandas, pero el Gobierno sólo está dispuesto a revisar los sueldos en un 6%, aunque en ofertas informales ha prometido llegar hasta el 9%.
En la protesta, que comenzó al fracasar dos meses de conversaciones entre los sindicatos y el Gobierno, se sumaron cerca de 700.000 funcionarios, según fuentes gremiales, y tuvo especial impacto en el sector educativo.
En una marcha por el centro de Johannesburgo en la que participaron cerca de 20.000 personas, según cálculos de la policía, líderes sindicales invitaron a otros sectores de la economía a sumarse a la protesta también para reclamar mejores sueldos.
Willie Madisha, presidente de Cosatu, la principal confederación sindical de Sudáfrica, invitó a sumarse a la huelga a los trabajadores del sector metalúrgico y a los mineros, los principales pilares de la economía sudafricana, la primera del continente.
"Hasta que el Gobierno no comience a negociar adecuadamente, no vamos a regresar al trabajo", afirmó Madisha.
La huelga del sector público es la primera que se registra en la historia de Sudáfrica, según fuentes sindicales. Ello a pesar de que Cosatu forma parte de la coalición política que gobierna en el país desde 1994.
La protesta se produce en un año político clave, porque en diciembre de este año el gobernante Congreso Nacional Africano (ANC) debe elegir su próxima dirección, que definirá cómo quedará la carrera presidencial para los comicios del 2009.
Según informes recogidos por medios locales, la protesta se registró pacíficamente en casi todos los puntos del país.
Sólo se registraron incidentes cuando la policía dispersó grupos de trabajadores del hospital de Tygerberg, en Ciudad del Cabo, en el sur del país, que había sido bloqueado por los empleados para impedir el paso de pacientes y profesionales.
Los 250.000 maestros se declararon en su mayoría en huelga, y las escuelas públicas de Sudáfrica quedaron vacías o con los alumnos desamparados.
Los hospitales atendieron sólo los casos de urgencia, y en algunas unidades médicas ni siquiera lo hicieron, mientras que la policía, obligada por ley a no sumarse a la protesta, trabajó rigiéndose exclusivamente por el reglamento.
"Nuestros miembros están trabajando hoy, pero no harán una milla extra para prestar asistencia ni trabajarán horas extras", afirmó el portavoz del sindicato que agrupa a la policía, a los guardias de prisiones y a los agentes de tráfico, Pat Ntsobi.
El portavoz de Cosatu, Patrick Cravern, calculó en 700.000 los funcionarios a sueldo del Estado que se sumaron a la huelga, que se espera continúe en los próximos días si no se registran avances en las negociaciones entre el Gobierno y los sindicatos.
La huelga no afectó a los funcionarios de los municipios, aunque sus representantes anunciaron que estaban considerando sumarse a ella como muestra de solidaridad.
En el aeropuerto internacional de Johannesburgo, el más importante del país, faltaron algunos funcionarios de Migración, pero funcionó sin grandes contratiempos, según fuentes oficiales.
El Gobierno insistió en que no se alcanzó ningún acuerdo sobre servicios mínimos con los sindicatos, por lo que regía la ley que prohíbe hacer huelga a los trabajadores "esenciales", un concepto demasiado amplio, a juicio de los dirigentes gremiales.
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