Cobrar por vivir. Sin que importe la situación de cada uno. Para ricos y pobres. Trabajadores y parados. No es una teoría descabellada, sino la idea que hay detrás del concepto de renta básica. Es tan real que la propuesta ha entrado en el Congreso de los Diputados, donde se estudiará su viabilidad económica.
Según la teoría, la renta consistiría en un salario mensual que el Estado pagaría a cada ciudadano acreditado en la sociedad que la practique. No sería un salario alto, sino una base -similar al salario mínimo interprofesional- para luchar contra la pobreza y el trabajo precario, entre otras cosas.
Buscar alternativas
"Incrementaría la libertad de mucha gente", defiende Daniel Raventós, presidente de la Red de Renta Básica, la sección española de la internacional BIEN (Basic Income Earth Network, en sus siglas en inglés). "Por ejemplo, los contratos basura a los que la gente se acoge porque no tiene alternativa. De esta manera podrían buscar un trabajo mejor", añade. Raventós es el hombre de las respuestas. Profesor universitario, economista que da clases de teoría sociológica, Raventós realizó unos cálculos para Cataluña en 2003.
Estudiaron 210.000 declaraciones de la renta. "Calculamos que se podía financiar un renta básica para adultos en Cataluña de 5.414 euros anuales [el salario mínimo interprofesional de esa época] y la mitad para los menores de 18 años. Todo sin tocar un céntimo de los presupuestos, haciendo sólo una reforma del IRPF", cuenta.
Pero quién tendrá que pagarlo, se le insiste. "Según nuestro estudio, el 15% de la población saldría perdiendo, otro 10% se quedaría más o menos igual, y el 75% restante saldría ganando". Raventós añade que ese 15% perjudicado es el que tiene mayor poder adquisitivo.
Otra afirmación que Raventós ha tenido que escuchar a menudo es que la medida serviría para mantener a los vagos. "Es lo que se ha dicho de cualquier medida que haya favorecido a los menos ricos, como el mes de vacaciones pagadas o la baja remunerada", replica el economista.
"Además, la posibilidad de vivir sin trabajar ya la tiene entre un 8% y un 12% de la población -los ricos- pero como estamos acostumbrados nos parece normal. Y casi nadie la ejerce aunque pueda".
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