Cientos de becarios del Instituto Español de Comercio Exterior comenzarán próximamente un proceso de aprendizaje de dos años.
La aventura los llevará desde Madrid, donde cursarán un año de formación, a cientos de destinos en cuatro continentes.
Forman parte de los profesionales de 25 a 35 años que el Ministerio de Asuntos Exteriores envía cada año a países donde tiene representación diplomática para realizar labores de apoyo comercial, periodístico o informático, muchas veces
Pero ni las condiciones de seguridad ni el respaldo del Ministerio, de quien dependen, parecen ser suficientes, sobre todo en países del tercer mundo.
Cuando blanco es igual a dinero
"Luanda, la capital de Angola, es una de las ciudades más caras del mundo. También es peligrosa: blanco significa dinero", asegura Jorge Maícas, becario que realiza labores de mantenimiento iformático.
"Aunque la dotación es la equivalencia a 20.000 euros en el país de destino, en muchas ocasiones no llega". Entre otras cosas, a Jorge y a sus compañeros no les alcanza para garantizar su seguridad en su propia casa, utilizada también por los becarios anteriores.
Varios becarios en países poco seguros lamentan, en conversación con 20minutos.es, la falta de apoyo en seguridad en destinos en los que los atracos o asesinatos son constantes.
Desde el ICEX se argumenta que "no se puede poner un guardaespaldas a nadie" y que la situación es similar a la de ciudades como Madrid: "Pocas veces hemos tenido problemas y los becarios son adultos, pero nadie puede evitar algunos robos como no se puede evitar el robo de una cartera en la Puerta del Sol de Madrid".
En el caso concreto de Angola, un adelanto de más de 4.000 euros de varios becarios fue robado en oficinas donde responsables del instituto les habían aconsejado que lo depositasen por tratarse de un lugar seguro. Nunca fue devuelto, según los propios becarios.
Otras reivindicaciones
Además de las condiciones de seguridad, becarios del ICEX de todo el mundo se han quejado formalmente del poco respaldo del Ministerio de Asuntos Exteriores, que niega cualquier relación laboral con los jóvenes pese a ser el pagador.
Aunque realizan trabajos por los que trabajadores del país cobran más y gozan de mayor categoría, estos becarios se ven obligados a tributar altas cantidades al IRPF o disfrutan nada más que de ocho días de vacaciones.
Otros denuncian que el programa de formación se reduce a un trabajo que en ocasiones reemplaza al de personal en plantilla.
Aunque muchos han expresado sus quejas por escrito al ICEX y públicamente en sus blogs, muchos otros rehusan dar su nombre o presentar una protesta por miedo a que perder la oportunidad de trabajar en las empresas en las que hacen su beca.
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