Poco le ha durado la alegría a Miguel Ángel Fernández, un durangués de 35 años, tras ganar dos juicios y conseguir el propósito que le ha llevado dos años de lucha: que el BBVA lo integrara en su plantilla. El mismo día que se incorporó, el pasado 16 de julio, la entidad bancaria lo despidió.
Hace cinco años, Miguel Ángel fue contratado por la empresa de servicios informáticos Azertia, que inmediatamente lo colocó a trabajar como analista programador en la oficina del BBVA de Sarriko. Allí realizaba su actividad a diario junto con los trabajadores del banco, recibía órdenes de sus responsables e incluso planificaba las vacaciones según su calendario.
Su calvario comenzó en 2005, cuando solicitó su integración en la plantilla del BBVA, al considerar que se estaba realizando con él una cesión ilegal de trabajador. Azertia, la empresa que le tenía contratado, lo apartó de su puesto y lo menospreció delante de sus compañeros. Dos años después, el pasado 6 de marzo un juez condenó a Azertia por mobbing y obligó al BBVA a incorporarlo a su plantilla.
La entidad justifica su despido inmediato alegando «no poder ofrecerle trabajo alguno en el departamento de informática acorde con su perfil profesional». Para Jesús López, abogado de UGT, esta medida es «indignante», y responde a una «clara represalia» por parte del banco. «No pueden alegar que no tienen trabajo para él, cuando en su propia página web y en los periódicos están demandando trabajadores con su mismo perfil», señala López.
Ahora, se enfrenta a un litigio que puede durar otros dos años, ya que ha decidido seguir adelante y denunciar al BBVA por despido nulo. Paralelamente, mantiene la demanda contra Azertia, a la que pide una indemnización por daños y perjuicios.
El peor regalo de bodas
El despido fulminante de Miguel Ángel ha supuesto un duro golpe para él, y el peor regalo de bodas que le podían hacer. Suspendió su boda en julio del año pasado ante la tensa situación laboral en la que se encontraba. Sin embargo, al conocer la sentencia del pasado mes de marzo, por la que podía incorporarse a la plantilla del BBVA, fijó su boda para hoy mismo. Miguel Ángel pasará por la vicaría con la incertidumbre de lo que pasará con su trabajo en los dos próximos años.
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