Ante la penuria de mano de obra que amenaza con estrangular su robusto crecimiento, el gobierno alemán está dispuesto a favorecer de nuevo la inmigración, pero esta vez de técnicos cualificados, a riesgo de provocar polémica entre sus millones de desempleados.
Alemania acogerá sin más condiciones, a partir del 1 de noviembre, a los ingenieros que provengan de los países del Este y que sean especialistas en electrotécnica y maquinaria industrial, anunció el viernes la canciller Angela Merkel.
Se trata de un giro radical en la política migratoria alemana, que quería cerrar su mercado de trabajo al menos hasta 2009 para esos países que se acaban de incorporar a la Unión Europea, y combatir así el denominado 'dumping' salarial.
Esa amenaza de competencia desleal, sin embargo, no fue una razón suficientemente de peso ante la penuria alarmante de mano de obra cualificada.
Un estudio dirigido por el ministerio de Economía estima que la falta de mano de obra y de cerebros cuesta 20.000 millones de euros al año a Alemania, un 1% de su Producto Interior Bruto (PIB).
Según algunos expertos, faltan hasta 100.000 ingenieros en la industria alemana.
La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) fue una de las que pidió a Alemania que abriera las compuertas de la migración.
Alemania escuchó el consejo. El gobierno de coalición socialdemócrata y conservador dirigido por Menkel decidió suprimir el principio de preferencia nacional, que implicaba hasta ahora que toda empresa que quisiera contratar un ingeniero de alguno de los 12 países del Este que se incorporaron recientemente a la UE, debía demostrar que un alemán no podía ocupar ese mismo puesto.
Los estudiantes extranjeros que estén dotados de un diploma alemán tendrán igualmente el derecho a trabajar durante tres años en ese país.
Esas medidas deben ser sin embargo ratificadas por el parlamento a partir de octubre.
El gobierno alemán evitó sin embargo decidir sobre un tema especialmente espinoso en un país con más de 3,7 millones de desempleados.
Alemania decidió por otro lado adoptar el sistema de puntos canadiense, según el cual cada candidato a la inmigración debe acumular un mínimo de puntos correspondiente a su nivel de estudios, su experiencia profesional o su dominio de las lenguas para ser admitido.
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