Tractores y remolques descansan las noches en la calle. Con el amanecer volverán al campo. Junto a ellos, decenas de furgonetas conducidas por acentos llenos de kilómetros completan el despertar alfareño en este tiempo de recogida. La escena se repetirá cada mañana en estas semanas en Rincón de Soto, Aldeanueva de Ebro o Calahorra.
El melocotón descansa en sus cajas. La pera blanquilla y la de fábrica ya se pesa en los almacenes. Y este jueves varios agricultores iniciaban la recogida de la pera conferencia, estrella de la Denominación de Origen Peras de Rincón de Soto, recolección que se generalizará este lunes en todo su terreno amparado, 373,3 hectáreas que preven llenar palés con 9,3 millones de kilos.
Los pozales -como llaman a los cubos en Alfaro-, palés y remolques no podrían llenarse sin la mano de obra que suponen los temporeros que llegan a los campos y fincas riojabajeños. Aunque no existen datos contrastados, los cálculos realizados entre distintas fuentes y agricultores llevan a cifrar en más de un millar los que llegan a La Rioja Baja en esta temporada para dedicar 10 horas diarias a coger del árbol su fruto.
Cambio de perfil
Pero el temporero ya no es como era hace una década. Los jóvenes que se buscaban un jornal para costearse la universidad hace años que no sudan en nuestros campos. También los jóvenes andaluces, que prefieren la construcción y los servicios en la costa. Y están desapareciendo también esos temporeros de toda la vida que recorrían provincia a provincia para llegar a la campaña oportuna: de la cereza a la fresa, después al norte a la fruta, repartirse por la vendimia… Esos temporeros con décadas de kilómetros e historias están siendo sustituidos por mano de obra eventual: trabajadores marroquíes, argelinos, ecuatorianos, etcétera residentes en localidades de la ribera riojana y navarra que aprovechan estas dos semanas de agosto para ganarse un jornal extra. Eso sí, alguna finca de Alfaro cuenta con cuadrillas de rumanos, portugueses…
«Las características varían, ya no hay tantos que llegan movidos por el efecto llamada -dice Constantino Gil, coordinador de los servicios técnicos de la UAGR, confirmando lo contrastado por los agricultores en los campos-. Estamos detectando mano de obra más especializada». Si para el agricultor es difícil planificar una recogida rentable dados los bajos precios agrarios, el trabajo y su salario pierden atractivo para los temporeros -excepto en la pera-. De este modo, hay menos demanda, menos acampadas irregulares y el trabajador se especializa.
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