El trabajo forzoso y las condiciones 'degradantes' en el ámbito laboral 'persistes aún en algunas zonas de Brasil', según señaló en una reciente entrevista a la prensa local el sacerdote Henri Burin des Roziers, abogado de la Comisión Pastoral de la Tierra de Xinguara (Pará), que apuntó que la situación es 'inquietante'.
Según explicó, las grandes distancias y la dificultad de acceso en regiones amazónicas del país, 'permiten que algunos establecimientos agrícolas utilicen un régimen de trabajo forzoso en condiciones degradantes', y casis siempre, 'ajeno a los controles del Ministerio de Trabajo'.
Estos días autoridades enviadas por este Ministerio liberaron a casi 50 trabajadores en tres haciendas o 'fazendas' del estado de Pará, en el nordeste del país y a comienzos de julio, en la mayor operación de este tipo en Brasil, inspectores liberaron a más de 1.000 empleados de una propiedad perteneciente al grupo Pagrisa, el principal productor de etanol a base de caña de azúcar de Pará y proveedora de los grandes distribuidores de biocombustible en Brasil, que se considera principal productor mundial.
La inspección constató condiciones 'degradantes' en las instalaciones de Pagrisa en Ulianópolis, a 250 kilómetros de Belem, capital de Pará, entre ellos alojamientos atestados, falta de agua, alimentos en mal estado, cloacas a cielo abierto, trabajadores obligados a trabajar para pagar sus deudas en la cantina, etc.
'Desde 2003 hay más controles del Ministerio de Trabajo y la OIT en Brasil, pero sigue siendo insuficiente. En 2007 el presupuesto es inferior al de 2006', afirmó el sacerdote en este sentido. 'En lo que va de 2007, un total de 3.375 trabajadores fueron liberados en Brasil, de ellos 1.546 en Pará', subrayó.
La mayoría de los casos de trabajo forzado registrados son en haciendas ganaderas. El sur de Pará es una de las regiones importantes de ganadería en Brasil.
'La explotación forestal, que conduce a la destrucción de la selva amazónica, la producción de carbón vegetal destinado a la industria del acero y finalmente el cultivo de caña de azúcar son –en ese orden– los otros sectores donde el trabajo forzado sigue existiendo', agregó el sacerdote.
COMPROMISO DE ALGUNAS EMPRESAS
En agosto de 2004, las principales empresas siderúrgicas del norte de Brasil se comprometieron a no comprar carbón vegetal a proveedores que hagan uso del trabajo forzado.
Por su parte, el gigante minero Vale do Rio Doce acaba de anunciar que a partir del 1 de septiembre dejará de trabajar con los proveedores que no respeten la legislación sobre trabajo o Medio Ambiente.
Unas 25.000 personas están sometidas a este tipo de trabajo degradante, la mitad de ellas en la Amazonia, según estimaciones del gobierno, la iglesia y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
'Es una vergüenza que en el siglo XXI tengamos que debatir sobre una situación que terminó en 1888 con la abolición de la esclavitud', declaró el presidente brasileño Luis Inacio Lula da Silva en 2003 –poco después de comenzar su gobierno– al lanzar el Programa de Erradicación del Trabajo Forzado.
El programa prevé multas para las empresas culpables de trabajo forzoso, en tanto que el gobierno difunde regularmente una 'lista negra' de personas o empresas involucradas.
Para Burin des Roziers, 'además de las medidas de represión se necesitan medidas preventivas 'para combatir el trabajo forzado'. 'Estos trabajadores son gente sin empleo, sin tierra. Se necesitaría una reforma agraria auténtica. Hoy es absolutamente insuficiente', concluyó.
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