Muchos jóvenes solteros de entre 27 y 28 años, ocupados en su primer o segundo empleo en grandes ciudades, no pueden afrontar el alquiler de una vivienda en solitario, ni mucho menos la compra, por lo que se ven obligados a compartir piso. Este es el perfil, según datos del buscador de viviendas en internet "idealista.com", de las personas que viven en un piso compartido, en el que tienen alquilada una habitación y comparten el resto de servicios de la casa.
En la mayor parte de los pisos, de entre 90 y 100 metros cuadrados de media, conviven ambos sexos (44 por ciento), seguidos por las viviendas compuestas únicamente por mujeres (34 por ciento) y por las ocupadas por hombres (22 por ciento). El precio medio de las habitaciones varía en función de la localización de la vivienda, el tamaño o el equipamiento de la misma, por lo que de media se piden 373 euros mensuales en Madrid y 360 euros en Barcelona.
Esta tendencia descarta la idea de que son los estudiantes los que más utilizan este modo de hogares, según los datos de Idealista, ya que sólo el 30 por ciento de los usuarios de este servicio de piso compartido son menores de 26 años.
Sin embargo, también se da el caso de personas que a edades mucho más avanzadas se ven en la necesidad de compartir piso debido a los altos precios de la vivienda, tal y como aseguró a Efe el portavoz de la plataforma Por una vivienda digna, José Luis Carretero.
Compartir como solución
Ante esta situación, muchos tienen que decidir entre quedarse en casa de los padres o salir, bien a compartir piso con su pareja, bien con compañeros de trabajo, amigos e, incluso, desconocidos.
Varios jóvenes han dado testimonio de las dificultades a las que se enfrentan para poder independizarse y coinciden en que los precios de alquiler en las grandes urbes son bastante más caros que en las pequeñas ciudades.
Violeta Medrano, trabajadora del sector servicios de 24 años, comparte en Madrid un piso de 50 metros cuadrados con un amigo desde el año 2003 porque no se puede permitir afrontar el precio de un alquiler en solitario. "Ya lo intenté una vez en un piso de 30 metros cuadrados en el que invertía 550 euros al mes más gastos", asegura, "pero era 'mileurista' y estaba ahogada a final de mes".
Tatiana Villacieros, estudiante y becaria de 23 años, destina el 80 por ciento de sus ingresos al pago de la renta de su casa de 55 metros cuadrados en el centro de Madrid, que puede afrontar porque la comparte con su pareja.
"El centro es más caro", asegura Tatiana, quien antes vivía con dos amigas a las afueras de Madrid en un piso de 100 metros cuadrados, que les costaba 500 euros en total.
Óscar Matías, madrileño de 26 años, se trasladó a Barcelona para iniciar un máster y trabaja para pagarse el alojamiento de 100 metros cuadrados, que comparte con tres amigos en el centro de la ciudad por 900 euros en total.
El precio depende también de las características del inmueble, ya que "antes compartía un buen piso de 110 metros cuadrados en un barrio de Madrid por 350 euros al mes, mientras que ahora vivo en un céntrico piso -en la planta baja e interior- de Barcelona en el que invierto el 30 por ciento de mi sueldo", asegura Óscar.
Muchos organismos públicos toman parte en este problema, como la Agencia Municipal del Alquiler del Ayuntamiento de Madrid que ha sacado al mercado más de 4.500 viviendas vacías, alojando a más de 10.500 jóvenes
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