La diferencia salarial entre hombres y mujeres europeos resiste todos los intentos de acabar con ella. Entre 1995 y 2005 apenas ha bajado del 17% al 15%, según los datos de la Comisión Europea. En España estaba en el 13%. Y a mayor vida laboral, más diferencia: hombres y mujeres cuyos ingresos diferían al principio de sus carreras en un 7%, tras 30 años de trabajo ven esa diferencia crecer hasta el 33%.
La discriminación salarial entre hombres y mujeres es ilegal en la Unión, pero la realidad es que, año tras año, las diferencias se mantienen sin apenas cambios, como reconoce el Ejecutivo comunitario. La disparidad estadística mide la diferencia relativa de renta recibida por hora trabajada por hombres y mujeres en el conjunto de la economía. "No hay discriminación directa [distinto salario por el mismo puesto], pero persiste la indirecta [ellas acceden a trabajos peor pagados], que es más difícil de eliminar", comenta el comisario checo de empleo, Vladimir Spidla.
Las causas son complejas, constata la Comisión, que las vincula a factores legales, sociales y económicos que trascienden el principio de "a igual trabajo, igual salario". Entre ellas, el que los sectores feminizados suelen tener salarios más bajos, que las mujeres tienden a trabajar más a tiempo parcial y que tienen más dificultades que los hombres a la hora de conciliar la vida laboral con la vida privada, y que por ello renuncian a mayores responsabilidades.
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