El economista británico Philippe Legrain aseguró hoy en Washington que 'de no existir controles sobre la inmigración el tamaño de la economía mundial crecería más del doble'.
Legrain participó hoy en un foro organizado por el Instituto Cato, en Washington, con motivo de la presentación de su libro 'Inmigrantes: tu país los necesita'.
En la reunión, además del autor, participó un grupo de expertos que expuso sus puntos de vista sobre el impacto de la inmigración en las economías de los países.
Se indicó, por ejemplo, cómo el temor a una fuerte presencia de inmigrantes sin formación tuvo un papel importante en el bloqueo en el Congreso de EE.UU. de la reforma migratoria, y ahora tiene dividida también a la opinión pública norteamericana.
'Es un tema con un nivel de pasión y controversia comparable al de la guerra de Irak', señaló Daniel Griswold, director del Center for Trade Policy Studies del Instituto Cato, quien opina que las críticas a la reforma migratoria suelen ser 'exageradas'.
'Muchos creen que los inmigrantes sin formación específica son una carga económica para los contribuyentes', señaló, 'aunque las estimaciones sobre su impacto fiscal no son tan alarmantes.
En mayo de 2006 la Oficina de Presupuesto del Congreso calculó que la reforma migratoria habría tenido un impacto positivo de 120.000 millones de dólares sobre el presupuesto federal durante la década siguiente a su aprobación.
'La inmigración internacional constituye el 43 por ciento del crecimiento anual de la población en EE.UU.', indicó Griswold, quien agregó que estos inmigrantes compensan la pérdida poblacional experimentada por un tercio de todos los condados del país entre los años 2000 y 2006.
Para Legrain, el problema es que cada país aborda el tema desde una perspectiva 'aislada', aunque se trata de una realidad global.
En su opinión, 'las fronteras deberían estar abiertas', y dijo que 'aunque ésta pueda parecer una posición no realista, tampoco lo era (en su momento) la abolición de la esclavitud o el derecho al voto de la mujer'.
Reconoció que muchos 'temen que los extranjeros perjudiquen las oportunidades de empleo de los trabajadores locales' y que los inmigrantes puedan ser 'una carga para el estado de bienestar', porque hay quien piensa que pueden 'robar empleos y vivir a costa de la seguridad social'.
Sin embargo, dijo, hoy en día los países ricos tienden a ver de forma positiva la entrada de inmigrantes que cuentan con un alto nivel de formación.
Indicó que la reforma migratoria inclinaría al gobierno estadounidense hacia esa dirección al establecer un sistema de puntos que da preferencia a quienes terminan sus estudios universitarios.
A su entender, se trata de una situación 'perversa', ya que los inmigrantes 'no son un ejército invasor, sino, en su mayoría, gente que busca una vida mejor'.
Pero una parte de la opinión pública no piensa de la misma manera.
Para Stuart Anderson, director ejecutivo de National Foundation for American Policy, 'es común pensar que la inmigración constituye una invasión' y eso provoca un rechazo.
Como causas de ese rechazo Anderson indicó la triste repercusión que tiene en la opinión pública la utilización de términos como 'inmigración ilegal', así como los temores a un posible incremento de la delincuencia vinculada a la inmigración, además de las diferencias culturales que existen.
Anderson afirmó que los defensores de la reforma y de la legalización de los inmigrantes indocumentados están cometiendo un 'gran error táctico', al decirles que, con esta ley, su posible permanencia en EE.UU. constituiría para ellos un 'camino hacia la ciudadanía'.
'Estas personas que favorecen la inmigración han de tener en cuenta la diferencia que hay entre prometer la permanencia temporal para trabajar y la ciudadanía automática', finalizó.
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