CCOO ha perseguido durante toda la negociación la equiparación salarial de los trabajadores de Madrid con los de Barcelona, referencia obligada por ser una causa moralmente inaplazable y económicamente viable. Madrid es la provincia con mayor número de entradas vendidas, y las empresas que allí operan son en muchos casos las mismas multinacionales que lo hacen en Madrid, por lo que no existe ninguna causa que justifique las importantes diferencias, entre el 28 y el 40 por ciento, según categorías.
Durante todo el primer semestre, CCOO, UGT y CTI mantuvieron como reivindicación unitaria el progresivo aumento de los salarios hacia el objetivo de la equiparación antes mencionada, alimentado todo ello por una cada vez mayor presencia sindical en los cines, sobre todo en las grandes compañías, y por el sentimiento de discriminación que los trabajadores perciben al conocer los salarios que se cobran en otras partes del país.
Sin embargo, UGT y CTI abandonaron sorpresivamente en el mes de julio esta reivindicación y en pocos días alcanzaron un preacuerdo de convenio de carácter continuista, pues no solo no alcanza el objetivo de la equiparación, sino que aleja tal posibilidad, al suscribir un texto por cuatro años, después del cual las diferencias seguirán siendo inaceptables, entre el 20 y el 30 por ciento según categorías. Con esta tendencia, los trabajadores tardarían, de seguir las cosas así, entre quince y veinte años en lograr la equiparación.
Quizá tan grave como lo anterior, es la pérdida de la unidad sindical, que parecía ponernos en el camino de lograr metas mucho más ambiciosas y que empezaba a ilusionar a los trabajadores del sector para abandonar la precariedad salarial y mejorar sus condiciones de trabajo.
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