El juez del Tribunal Supremo de EE.UU. Clarence Thomas rompe en su nuevo libro “El hijo de mi abuelo” su silencio sobre el escándalo de acoso sexual que desató hace 16 años una ex empleada suya y que casi descarriló su carrera.
En el prólogo del libro, Thomas afirma que escribió sus memorias para “dejar atrás una parte determinada de mi vida y no para dejarlas en manos de personas con un corazón malicioso".
Por el libro, que sale a la venta el lunes, Thomas ha recibido 1,5 millones de dólares de la editorial HarperCollins, según informa hoy el “Washington Post".
En sus memorias, Thomas, de 59 años, repasa su vida en Georgia, su lazos con la religión y su ascenso meteórico al Tribunal Supremo.
El libro termina en el momento en que Thomas jura en 1991 su cargo como magistrado del alto tribunal en medio de la tormenta mediática que se desató en EE.UU. por las acusaciones de acoso sexual presentadas por su ex colaboradora Anita Hill.
El juez ha mantenido hasta ahora silencio sobre cómo vivió su controvertida nominación a juez del Tribunal Supremo, que estuvo a punto de ser rechazada por lo que él considera que fue una “campaña de opositores políticos” contra él.
Thomas, que entonces tenía 43 años, fue el segundo juez de raza negra que accedió al más alto tribunal de justicia del país y lo hizo con una opinión muy dividida en la cámara alta del Congreso.
La confirmación de Thomas para el puesto constituyó una victoria para el ex presidente de EE.UU., George Bush, quien defendió incondicionalmente la integridad de su candidato.
En plena audiencia del Comité Judicial del Senado a finales de 1991 para la confirmación de Thomas en ese puesto vitalicio, su ex colaboradora Anita Hill lanzó las acusaciones que zarandearon la conciencia nacional y los cimientos del Congreso.
Hill alegó que en una reunión a solas con Thomas en 1982 en su despacho de presidente de la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC) éste le hizo comentarios obscenos.
Además, dijo que Thomas le había pedido insistentemente que saliera con él a pesar de su reiterada negativa y que le contaba escenas desagradables de películas pornográficas.
El juez negó categóricamente las acusaciones y acusó a los miembros del comité judicial del Senado de organizar “un linchamiento de alta tecnología” al someterle a un interrogatorio que consideró insultante para su persona y su familia.
En su libro, Thomas relata con indignación las audiencias, que fueron televisadas en directo y seguidas por los estadounidenses desde sus hogares.
Según el juez, Hill fue un instrumento de grupos liberales “obsesionados” con el aborto y “enfadados” con él porque no encajó con la idea que ellos tenían de un afroamericano.
Thomas cuenta que su ex secretaria era una empleada mediocre y “fue utilizada por grupos de presión para pararle”, porque pensaban que se iba a oponer al aborto.
“Utilizaron la técnica más antigua del mundo para acusar a un hombre negro de acoso sexual”, escribe en su libro.
También afirma que Hill no es una persona que espera diez años para denunciar un acoso sexual y que la ex secretaria actuó así porque estaba dolida por su negativa de ascenderla.
En sus memorias, Thomas reconoce que tres otros ex empleados de la EEOC respaldaron la versión de Hill, pero subraya que éstos o fueron despedidos previamente o abandonaron la agencia tras una mala relación laboral.
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