El cambio de destino en las unidades de forma periódico, la participación en las maniobras o las dificultades, en algunos casos, para la promoción interna de las mujeres en las Fuerzas Armadas fueron algunas de las cuestiones planteadas durante el encuentro en el que, tanto dos alféreces como una cabo de Caballería, explicaron sus experiencias particulares desde que ingresaron en el Ejército.
La falta de amparo legal que favorezca la posibilidad de formar una familia, cuando el esposo es también militar y está destinado en ocasiones a 500 kilómetros de distancia, es otra de las circunstancias que planteó Ana Redondo, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid.
Redondo, que reconoció sin embargo que la incorporación de la mujer al Ejército es fruto del proceso democratizador registrado en España, apuntó que «el techo de la mujer en las Fuerzas Armadas no está en llegar a sentarse como general en la cúpula militar, sino en dar más valor a la vida familiar en el Ejército de estas profesionales».
Por su parte, el general Manuel Solana, recordó que el número de mujeres en el Ejército español alcanza el 12% del total de una plantilla de 125.000 efectivos. Solana, que es además subdirector general de Reclutamiento del Ministerio de Defensa, destacó que la incorporación de la mujer a las unidades castrenses se ha hecho con total normalidad, aunque reconoció que ha comportado un cambio de mentalidad ya que «muchos mandos veían más a las mujeres como hijas que como profesionales».
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