Superar la edad efectiva (63,3 años) y la edad obligatoria (65 años) de jubilación en España se encuentra con los problemas de que los más jóvenes entran más tardíamente en el mundo laboral y en ocasiones, de la poca cualificación de los trabajadores con más edad.
Granado abogó por una mayor «flexibilidad y gradualidad» en la jubilación que impida pasar de «las 40 horas a las cero horas de trabajo a la semana». Explicó que España había optado por el modelo de mejorar las pensiones e incentivar a las empresas que prevé el Pacto de Toledo como marco estratégico de reformas de la Seguridad Social.
Asimismo, subrayó que «prolongar la vida laboral no resta oportunidades a los más jóvenes» y puso como ejemplo la situación de permanencia en desempleo de larga duración de jóvenes que residencia en zonas afectadas por planes de jubilación anticipada y prejubilaciones.
El secretario de Estado de Seguridad Social, que declinó hacer declaraciones a la prensa, concluyó su intervención señalando que la Seguridad Social se debe contribuir al envejecimiento activo. «Hay que afrontar el envejcimiento para consolidar estos sistemas de protección, sostenerlos y proporcionar pensiones adecuadas», agregó.
Granado cerró el turno de los gobiernos en la mesa y dio paso a las propuestas de las organizaciones no gubernamentales. Ronal Sijk, de la Asociación Internacional de la Seguridad Social, alertó a la conferencia de que afrontar el alargamiento de la vida laboral sin las medidas adecuadas «puede poner en riesgo de pobreza a muchas personas mayores».
En este sentido, pidió cambios en el mercado laboral para mejorar la empleabilidad de las personas mayores y un cambio en las prácticas de los empleadores, que «deben ser actores tan importantes como las oenegés», dijo. En países como Rusia más del 20% de los pensionistas siguen trabajando y complementan sus ingresos con huertas, artesanía, caza y pesca.
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