La movilización social en Francia alcanzó su punto máximo el martes con una huelga simultánea de empleados públicos y trabajadores del transporte ante la que el presidente, Nicolas Sarkozy, ha dejado clara su determinación a proseguir con su programa de reformas y a "no ceder".
La huelga de funcionarios, que incluyó a los docentes, limitada a la jornada del martes, coincidió con el séptimo día de un paro en los ferrocarriles y el transporte público, mientras la mitad de las 80 universidades de Francia se ven afectadas por un movimiento estudiantil de contestación.
Durante toda la jornada, al menos 148 manifestaciones lograron reunir en las principales ciudades francesas a decenas de miles de personas.
En París se llevó a cabo la más multitudinaria, encabezada por una pancarta que decía "Juntos por los salarios, el empleo y los servicios públicos". En la marcha parisina participaron entre 30.000 y 70.000 personas, según fuentes sindicales y policiales, respectivamente.
La policía cifró en 375.000 los manifestantes en toda Francia, mientras que Bernard Thibault, secretario general del sindicato mayoritario del país, CGT, declaró a la AFP que fueron unas 700.000 personas.
Pese al fuerte seguimiento, el presidente Sarkozy reafirmó que Francia necesita reformas y subrayó que "no cederá" ante las protestas, en un discurso pronunciado el martes, su primera intervención pública desde el comienzo del movimiento de protesta, hace una semana.
"No cederemos, no daremos marcha atrás", sostuvo Sarkozy en referencia a la reforma del régimen especial de pensiones que ha causado el paro en el transporte y que para el presidente es una cuestión de "equidad" entre los ciudadanos.
Durante mucho tiempo aplazada, esa reforma pretende ampliar los 37,5 años de cotización necesarios para jubilarse en el sector de los transportes públicos a los 40 años del régimen general de pensiones.
Sarkozy también pidió el fin de la huelga de los transportes, la víspera del inicio de unas negociaciones con los sindicatos de los ferrocarriles y del metro de París destinadas a desbloquear el conflicto.
La mayoría de los sindicatos ya anunciaron su voluntad de negociar pero un núcleo duro de su base militante se ha declarado determinada a proseguir la huelga y no hacer concesión alguna al gobierno.
En este contexto, el tráfico en el metro parisino y en los ferrocarriles, que estuvo muy perturbado el martes, podría sufrir dificultades también el miércoles, pese al comienzo de las negociaciones.
En cuanto a la jornada de paro en el sector público, la huelga fue especialmente seguida por los empleados de la educación (900.000 docentes), donde los huelguistas ascendieron a 39%, según el gobierno, y a más de 60%, según un sindicato.
Los más de cinco millones de asalariados del sector público piden mejores sueldos y protestan por la supresión de 22.900 empleos en la función pública, la mitad de ellos en la educación, previstos por el gobierno para 2008.
Un 53% de franceses, según un reciente sondeo, apoya la protesta de los funcionarios, que puede acentuar el descontento popular frente al aumento en el precio de los alimentos, la gasolina y los alquileres.
En cambio, la huelga de los transportes está siendo muy impopular.
La agitación social también afecta a la mitad de las 85 universidades francesas bloqueadas total o parcialmente en protesta contra una ley de autonomía que, según los estudiantes, conducirá a una "privatización" de la enseñanza superior.
En todo caso, la popularidad de Sarkozy sigue por encima del 50% si bien, según los analistas, el "estado de gracia" del que disfrutó tras su llegada a la presidencia en mayo pasado, ya terminó.
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