La formación inicial del profesorado para el ejercicio docente en la OCDE es de cuatro años en ambos niveles, algo que no sucede en España y que para equipararse con los valores de esta organización debería ampliar un año más la formación de los maestros, de tres a cuatro años, como está previsto. En formación permanente, España figura a la cola.
Es el segundo país, después de Portugal, donde menos probable es que el centro cuente con fondos propios para esta formación y el primero, por delante de Portugal, donde menos probable es que se liberen horas docentes para esta formación. La interinidad del profesorado es en el caso español del 17%, casi el doble que Italia y el triple que Francia.
El ‘panorama’ del profesorado en España es, en líneas generales, “más bien confortable”, aunque en términos de costes de la enseñanza el nivel de productividad del sistema educativo es “comparativamente más bajo”. Pese a todo, la sensación del profesorado español es de ‘insatisfacción’ de cara a la sociedad, como lo demuestra el que un 75% afirma que se les valora poco o muy poco, pero de ‘gran satisfacción’ con el trabajo (92%), aunque una cuarta parte de ellos cambiaría de profesión.
Se percibe también un “cierto grado de malestar psicológico” que, singularmente en secundaria, produce altas tasas de absentismo laboral en una clara indicación del fenómeno ‘burn out’ (agotamiento), cuyas raíces parecen estar en el divorcio entre las expectativas teóricas y las condiciones laborales prácticas, sin una percepción clara de los resultados del trabajo realizado.
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