Como en otras muchas fábricas de confección de Portugal la suerte, la mala suerte, estaba echada sobre la factoría de Afonso-Produção de Vestuário, ubicada al norte, en Arcos de Valdevez. Dolzer, la firma alemana propietaria de la citada planta, pretendía desmantelarla para, sin pagar despidos ni finiquitos, trasladar la producción a la República Checa.
La intuición de Conceição Pinhão, empleada de dirección de la planta, evitó la traicionera deslocalización. «Fue un milagro. Cuando estaba llegando a casa y tras diseñar con los propietarios llegados de Alemania la estrategia para el 2005, se me encendió una luz de desconfianza y volví a la fábrica». Allí encontró paredes tiradas en solo una hora, maquinaria desconectada y camiones listos para la mudanza. Empezó a llamar a sus compañeras y todas formaron una barricada humana, que duraría cinco meses. «Trabajamos durante ese tiempo por turnos las 24 horas. Desconfiábamos de que volvieran», rememora Conceição.
Las empleadas decidieron rematar todos los pedidos pendientes, se los mandaron a los alemanes y a partir de ahí empezó una nueva etapa dirigida por la empleada cuya intuición evitó el cierre de la fábrica que más empleo femenino genera en Arcos de Valdevez.
Por un euro
Tras innumerables peticiones, en enero del 2006, los propietario de Afonso-Produção aceptaron vender por un euro y todas sus deudas la planta lusa a su ex empleada. Y esta entonces lo tuvo todavía más claro. «Decidí centrarnos en un producto estable como lo es la camisa clásica de calidad, personalizada y completamente rematada. Abandonamos el resto de los productos y buscamos nuevos clientes. Gracias que Dolzer solo adquiría para sí la mitad de la producción y había más compradores», dice la propietaria. Centroeuropa y cómo no, España y Galicia, conforman su actual cartera de pedidos. Su identidad y sus diseños están sujetos en la fábrica al máximo secreto. «Hay mucha competencia e incluso miedo en el sector», reconoce Conceição Pinhão, que sin embargo atribuye a esa confidencialidad, además de a la calidad de sus camisas, el éxito de su gestión. De 650 prendas al día han pasado a 850; de facturar 500.000 euros y acumular una deuda de 250.000, a casi sanear sus cuentas y rozar el millón en ventas; del despido masivo, a crear empleo y llegar al centenar de trabajadores; de velar las 24 horas a conciliar la vida familiar con la laboral, «y todos con contratos legales», aunque eso sí, los convenios del sector en Portugal conceden solo 460 euros al mes a cada operaria del textil?
http://www.lavozdegalicia.es/dinero/2007/12/26/0003_6431704.htm
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