A estas alturas del año y después de varias semanas de viajes a distintos países, todos coinciden en que las contrataciones en origen en Rumania y Ucrania han sido un fracaso. Las organizaciones más afortunadas han logrado traer a menos del 50% de los trabajadores solicitados de Rumania, pero otras apenas si han llegado al 10%. Lo cierto es que estos contratos en Rumania ya se auguraron en el mes de octubre como problemáticos cuando la administración rumana autorizó tan sólo 4.000 de los 10.977 que habían solicitado los empresarios. El problema es que "ni siquiera vamos a poder traer al número de trabajadores autorizados", explicó ayer el secretario de organización de Coag, Eduardo Domínguez.
Esta es la situación a un año vista de que los rumanos sean ciudadanos europeos de pleno derecho y tengan abiertas las puertas del mercado laboral de nuestro país, como ocurrió el año pasado con los polacos, que muchos de ellos han optado por otros sectores como la hostelería y han dejado el campo.
No ha ido mejor la selección de temporeros en Ucrania, un país al que los empresarios acudían por primera vez a contratar a temporeros para trabajar en la campaña agrícola. La experiencia ha resultado un fiasco a la vista de los datos que se han traído, eso sin contar con otros problemas añadidos como "el frío y el clima de inseguridad que se vive en el país", comentó Domínguez.
En este país Asaja, por ejemplo, tan sólo ha logrado contratar al 10% de los temporeros solicitados, Coag no ha llegado al 25% y Freshuelva sin entrar a dar datos concretos afirma que "la cosa ha ido muy mal en Ucrania".
García-Palacios explica que "si había trabajadores, lo que no ha habido es la eficacia suficiente por parte de las administraciones para que todo se desarrollara tal y como estaba previsto. La experiencia ha sido negativa y dudo que volvamos a este país porque el viaje es largo y costoso como para venir sin resultados".
Algo similar cuenta Eduardo Domínguez quien asegura que en los listados había trabajadores suficientes apuntados y sin embargo a las selecciones acudió menos de la tercera parte, esto al margen de las del problema que supone rechazar a uno de estos trabajadores.
Por contra, las contrataciones han ido sobre ruedas en Marruecos, las organizaciones se han venido con todos los trabajadores que habían solicitado gracias a la iniciativa puesta en marcha por Aenea y aún pueden volver si es que no logran cerrar más contratos en los países del Este. Aunque Eduardo Domínguez no se muestra tan optimista y cree que las autoridades marroquíes en cualquier momento puede cerrar las puertas para que no se les trate como un mercado laboral de segunda.
Lo cierto es que los empresarios onubenses siguen prefiriendo a trabajadores de países del Este frente a los marroquíes. El representante de Coag insiste en que no se trata de racismo sino de convivencia. Y explica que así como los ciudadanos del Este, incluso, "tratan de integrarse en nuestra cultura no ocurre lo mismo con los marroquíes que pretenden que seamos nosotros quienes nos adaptemos a ellos". A estos problemas se suma el problema del idioma, con "polacos, rumanos, búlgaros puedes entenderte en veinte o treinta días de trabajo para explicar lo que tiene que hacer pero los marroquíes acaban la campaña y no son capaces de decir una sola palabra en nuestro idioma". Este añade que mientras que en los casas previstas para los temporeros se pueden llegar a mezclar los del Este, sin embargo no puedes hacerlo con los marroquíes porque son una cultura y costumbres completamente diferente y "tienes que recurrir a los hoteles".
El responsable de UPA, Manuel Piedra, ve una salida ideal a estos problemas acudir a Marruecos para hacer los contratos en origen, sin embargo también advierte de que la cosecha del campo onubense no puede quedarse sólo con Marruecos porque acabaríamos dependiendo de este país. Así que insiste que se tiene que buscar una fórmula para diversificar el mercado de los contratos en origen.
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