¿Qué hacer cuando se tiene mucho dinero y poco tiempo para hacer compras, o bien, poca imaginación para vestirse con estilo? Recurrir a los servicios de un 'comprador personal', que se encarga de elegir y adquirir las prendas por usted.
Este insólito servicio creado para una minoría de acaudalados clientes es hoy adoptado por algunas grandes tiendas parisinas.
La idea es, por supuesto, estadounidense. La neoyorquina Susan Tabak se ha convertido en siete años en una figura de la moda parisina. Varias veces por año, se traslada a París para comprar en lugar de su exclusiva clientela o para conducir a sus clientes a través de los laberintos del lujo parisino. En 2006 publicó una guía, 'Chic in Paris'.
"Es una pasión que se ha convertido en una profesión", afirma.
Un recorrido similar llevó a Rachel Moukala, treintañera apasionada por el arte y el diseño que, instalada en el barrio de Montmartre, empezó por dar consejos en materia de moda a su familia y a sus amigas norteamericanas.
Ahora, y desde hace cinco años, es una "compradora personal" profesional. Atiende a dos o tres clientes por semana, a los que factura entre 400 y 1.000 euros por sus servicios.
"Mi primera aptitud profesional es ser capaz de escuchar", estima. "Hay que comprender las necesidades de las clientas. No se trata de seguir una moda que no le va necesariamente a todo el mundo, sino de ayudarlas a mejorar poco a poco su estilo".
Rachel Moukala recuerda que debió desplegar tesoros de diplomacia el año pasado cuando una clienta, una 'starlette' de Los Ángeles, le pidió que la ayudara a vestirse con "chic francés" para asistir al Festival de Cannes. La clienta "se cubría de joyas llamativas, exageraba con el maquillaje y creía tener así una elegancia francesa", cuenta Rachel riendo.
Las clientas de los "compradores personales" tienen entre 30 y 60 años de edad, son actrices o esposas de diplomáticos y buscan desde un vestido de noche para una velada especial hasta la renovación completa de su guardarropa, pasando simplemente por adquirir prendas de moda sin perder tiempo en comprarlas.
Y evidentemente la demanda existe. Prueba de ello, desde hace varios años la gran tienda parisina Le Printemps propone un servicio gratuito en este sentido: varios consejeros políglotas escuchan las necesidades de la cliente que los interroga, antes de recorrer la tienda en busca de la prenda perfecta para el caso.
"Sabemos lo que va bien a cada silueta. Elegimos las prendas y se las traemos a la clienta para que se las pruebe. El servicio no conlleva una obligación de compra", señala Bertrand Le Gal, uno de los "consejeros de compra" de la firma.
Le Gal, que se dedica a este trabajo desde hace tres años, administra una cartera de medio centenar de clientes que recurren regularmente a este servicio.
Entre las clientes satisfechas figura Amanda Deseta, que dirige una empresa de vídeo en Los Ángeles y no tiene tiempo para dedicarse un día entero a hacer compras. Ella y su marido vinieron a París y tomaron cita antes de Navidad para encontrar regalos para unas diez personas. "Lo encontramos todo en dos horas", afirma.
Claire Rosemberg
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