El profesor de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid, Ramón Mahía, afirmó ayer que, en caso de recesión económica, el mercado español se resentiría en mayor medida que sus vecinos europeos por el volumen de inmigrantes sin contrato que operan en los dos sectores que más han impulsado su desarrollo desde 2001: la construcción y los servicios.
"Si la economía entrase en un periodo de recesión, en el que aún no estamos pero hay señales que indican que será dentro de poco, los mecanismos del mercado laboral evitarían que aparecieran tensiones", pero "esa no es la situación de España, donde no hay un montón de gente que despedir, sino un montón de personas sin contrato", apuntó.
En una ponencia ofrecida en el marco de la presentación del Índice de Políticas de Integración de Inmigrantes elaborado por el British Council y el Migration Policy Group, Mahía sostuvo que el modelo de crecimiento económico español, basado en "la construcción y los servicios de mercado", "requiere mucha mano de obra y puede crecer y decrecer muy rápidamente".
"Creo que puede haber una desaceleración muy rápida e intensa y es imposible que no perjudique al trabajador inmigrante, con consecuencias sociales bastante imprevisibles", declaró el profesor, para quien "los últimos en llegar, que llegaron a los sectores que iban bien" serán los más afectados.
En este sentido, señaló que "sin contratación no hay desempleo y, por tanto, no hay prestación social, por lo que mucha gente quedará desprotegida. Cuando falla la Seguridad Social siempre quedan las redes familiares, pero si se trata de inmigrantes, el porcentaje de personas que carecen de estas redes familiares es mucho mayor que entre la población nativa", apostilló.
El problema tiene su raíz, según explicó Mahína, en la realidad del mercado de trabajo, donde "la participación de los inmigrantes no se está produciendo en condiciones de igualdad" con tasas de temporalidad cercanas al 55% frente al 27,9% de la 'población nativa' y "diferencias salariales que van del 20% al 60% para un mismo puesto de trabajo", junto a una "alta irregularidad administrativa".
Además, aunque "no hay ninguna evidencia empírica sólida sobre impactos negativos y significativos de la inmigración sobre los salarios o empleos de los nativos" y "no hay efectos de colisión entre ambos sectores", el profesor reconoció la implantación social de "ideas inconvenientes" que sostienen lo contrario.
Estas "ideas", sumadas a la "rápida incorporación" de extranjeros al mercado laboral, la "elevada segmentación" y "la discriminación" que "existe", en un marco de desaceleración económica "es una bomba de relojería" porque, afirmó Mahía, "ahora hay trabajo para todos, pero cuando no lo haya (…) esa segmentación y discriminación tensionarán el mercado".
DEMANDA EXCEDENTE DE EMPLEO
En la misma línea se expresó el director del Instituto Complutense de Estudios Internacionales, José Antonio Alonso, para quien los mercados internacionales se encuentran "en una situación cercana al excedente laboral por una demanda excedente de empleo".
Este fenómeno, prosiguió, "no es circunstancial, sino que estamos entrando en una etapa de cierto carácter estructural de las presiones migratorias (…), una etapa donde subyacen fuerzas que indican a pensar que los fenómenos migratorios van a acompañarnos durante un largo recorrido", al menos, mientras se mantengan diferencias salariales "de cuatro a uno" entre los países occidentales y el resto, entre otros factores.
Por eso, el director del ICEI incidió en la necesidad de "democratizar la migración" y estudiar las políticas migratorias considerando la actitud de los países de origen para promover los flujos circulares de trabajadores. "Cuanto más se apueste por la inmigración permanente, más restrictivas serán las políticas de migración de los países", apuntó.
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