Dos años y tres meses después de los graves disturbios del otoño del 2005, el Gobierno francés presentó las líneas generales del plan Esperanza Banlieues, también calificado de plan Marshall para los suburbios degradados de las grandes ciudades, en especial de París. El proyecto se basa en tres ejes –empleo, educación y desguetización– y prevé la creación de 45.000 puestos de trabajo en tres años.
El escepticismo, sin embargo, se impone en la opinión pública ante el enésimo plan que pretende resolver una situación estancada desde hace 30 años. En estas tres décadas se han enterrado miles de millones de euros sin que los barrios conflictivos mejoren ostensiblemente. El dinero se ha destinado a las Zonas Urbanas Sensibles (ZUS), a las Zonas de Redinamización Urbana (ZRU), a las Zonas Francas Urbanas (ZFU) y a las Zonas de Educación Prioritaria (ZEP), entre otros eufemismos. Las siglas han cambiado, pero la marginación y la exclusión permanecen.
El plan actual tampoco se ha librado de un desarrollo accidentado. Su presentación se ha ido retrasando y ayer, de hecho, la secretaria de Estado para la Política de las Ciudades, Fadela Amara, solo desveló las líneas generales, después de que el presidente, Nicolas Sarkozy, pidiera una revisión para que las medidas fueran más "ambiciosas" y paralizara la presentación. Las medidas concretas se aplazan al 8 de febrero y las anunciará Sarkozy.
MEDIDAS SIN CIFRAR
En Vaulx-en-Velin, una localidad de 40.000 habitantes de la periferia de Lyón que vivió graves disturbios en 1990, Amara propuso "concentrar los medios" del plan en un centenar de barrios, "los más difíciles", y crear 45.000 empleos en tres años para reducir el paro de los jóvenes, que en algunas zonas alcanza el 40%. Amara no cifró el coste de la inversión, pero el sábado, en una entrevista en el lujoso suplemento Figaro Madame, habló de 1.000 millones de euros, aunque se refirió solo a unos 50 barrios.
En educación, Amara propugnó un "seguimiento personal" de los jóvenes mediante un sistema de tutorías. El tercer eje consistirá en una desguetización de los barrios degradados mediante la aplicación de políticas urbanas.
Amara clausuró una jornada en la que hubo incidentes, ya que grupos de jóvenes no invitados forcejearon con la policía para poder entrar en la sala donde se celebraban los debates, que fueron abiertos por la ministra de la Vivienda y la Ciudad, Christine Boutin. La ministra presentó por su cuenta otras medidas, sin conocer, según su gabinete, el discurso de su secretaria de Estado. El desacuerdo entre ambas es tan notorio que Boutin ha reconocido públicamente que Amara le fue impuesta y hace una semana declaró que no creía "en un plan centrado únicamente en las banlieues".
SARKOZY Y LOS GANDULES
La noche anterior, Sarkozy se acercó por primera vez como presidente a la banlieue. Se trasladó a la comisaría de Sartrouville (Yvelines), cercana al barrio de Indes, escenario de incidentes en 1991. Aunque solo visitó a la policía ferroviaria y a la policía municipal, jóvenes de Indes le abordaron en la estación de cercanías. "Vamos a tomar medidas específicas para gente como usted que no tiene formación. Ahora es necesario invertir en la gente (…) Pero habrá que levantarse por la mañana, la vida no es gandulear", le dijo a un joven que hace años que dejó de estudiar.
Los comentarios están cerrados.