Biólogos de la Universidad Estatal de Ohio han desarrollado un modelo matemático que demuestra que hay alternativas al modelo de trabajo clásico basado en la biología. Este modelo clásico se fundamenta en la existencia de trabajadores especializados que realizan una única función en pro de la comunidad. Los autores de este estudio han demostrado que la existencia de trabajadores no especializados en nada, pero capaces de realizar varias funciones, también resulta clave para la comunidad o para la empresa, sobre todo si ésta es pequeña.
La asignación de funciones en una célula, en la vida oceánica o en una empresa no tiene que ser definida por una división del trabajo en la que cada individuo tiene un papel específico. Según un nuevo modelo matemático desarrollado por biólogos de la Universidad Estatal de Ohio, los “generalistas” (o sea, lo contrario de los especialistas) también tienen su cabida en dicha asignación y, de hecho, pueden prosperar dentro de una organización.
Los autores de este estudio, publicado en el Journal of Theoretical Biology , han diseñado un modelo matemático para describir las circunstancias en las que los generalistas prosperarían aunque, a priori, fueran típicas de una sociedad únicamente integrada por especialistas.
En biología, una especie “generalista” se refiere a un animal, vegetal o microorganismo que no tiene grandes restricciones con respecto al hábitat que puede ocupar. Es decir, que puede vivir en muchos sitios diferentes, al contrario de una especie "especialista", que requiere unas condiciones muy específicas para prosperar.
Las teorías biológicas existentes sobre la división del trabajo sugieren que los miembros individuales de un grupo realizan una labor específica en pro del bien común. Según este nuevo modelo, en las organizaciones pequeñas habría lugar para los generalistas, quienes podrían existir e incluso prosperar.
Los creadores del modelo advierten que éste se ha pensado para sistemas biológicos con pocos individuos, por lo que su aplicación en un grupo numeroso de seres humanos tendría que hacerse con cuidado. Aún así, admiten que se encuentran “cómodos” con las implicaciones que puede tener su modelo en un mundo complejo social y económicamente como el nuestro.
“Lo que me está diciendo este modelo es que hay condiciones que ayudan a que haya algunos generalistas, sobre todo en grupos pequeños”, comenta Tom Waite, profesor asociado de evolución, ecología y biología y co-autor del estudio, en un comunicado. “Podrías pagarles más y, posiblemente, harían mal su trabajo con frecuencia, pero si no se tiene este perfil (en una organización), la noción de que la especialización proporciona una mayor productividad económica podría ser, de hecho, errónea”, apostilla.
Primero en anémonas
Waite y el alumno de doctorado Anthony D`Orazio, que es el autor principal del estudio, empezaron por determinar el valor de los generalistas en sistemas pequeños diseñando ecuaciones matemáticas y creando un programa de ordenador para introducir esas ecuaciones, que recogían varios valores para diferentes comportamientos de generalistas y especialistas.
D`Orazio inició el desarrollo del nuevo modelo probándolo con anémonas marinas. El resultado fue que, incluso usando un modelo sencillo, fue incapaz de clarificar por qué estos animales funcionaban como lo hacían.
En las anémonas que estudiaron hay dos roles muy diferenciados: los guerreros y los reproductores. Los primeros se congregan alrededor de la masa de individuos para protegerlos, mientras que en el interior se localizan los reproductores. Los responsables de esta investigación tenían la esperanza de crear un modelo capaz de determinar la posición ideal de estos dos tipos de especialistas para asegurar la supervivencia del grupo. Pero estas pequeñas criaturas descerebradas rompieron todas estas expectativas, lo que permitió inferir que habría individuos capaces hacer más de una función.
“Las anémonas son simples, pero nos muestran comportamientos complejos. Si las pones en un laboratorio, a veces atacan, otras veces no. A veces atacan y huyen, pero otras no hacen otra cosa que atacar. Otras son atacadas y no se defienden. Su comportamiento es impredecible”, dice D’Orazio.
Es justamente por eso por lo que resulta tan atractivo aplicar este modelo matemático a la división del trabajo en los humanos. Somos básicamente animales que se guían por sus urgencias biológicas, pero las imposiciones culturales, legales, de raza o de género, hacen más complicado saber cuáles son esas urgencias.
Hacer galletas
Los investigadores usaron un pequeño negocio de galletas para ilustrar sus descubrimientos. En la primera posibilidad que analizaron, tres individuos trabajan en un grupo y los tres son especialistas: dos hacen galletas, y el otro las vende. Si el vendedor se pone enfermo, el negocio tendría que cerrar, según la división del trabajo clásica.
El negocio podría contratar a una cuarta persona capaz de hacer y vender galletas, pero esta opción resultaría muy cara. Otra posibilidad es seguir con tres empleados, pero formando a uno de ellos en las dos tareas.
“De esta manera, la empresa tendría un generalista”, comenta Waite. “Se habrá perdido algo en términos de tiempo o beneficios iniciales porque se habrá tenido que formar a esta persona. Pero si incluso se tiene un único generalista, se está seguro en el caso de que los especialistas no puedan hacer su trabajo”.
“Deberíamos valorar a la gente que tiene una variedad de destrezas e intereses. Quizá no tengan una destreza específica reconocible, pero pueden ser buenos haciendo un montón de cosas”, concluye Waite.
Los comentarios están cerrados.