Los datos confirman el afán electoralista o la escasa o nula previsión del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero sobre el fuerte parón económico que sufre nuestro país y que se constata con los repuntes históricos alcanzados por la inflación (4,3%) y el paro, el desplome de las bolsas y un fuerte frenazo de la construcción y la vivienda. Consultando las hemerotecas se constata que desde que comenzó el curso político en septiembre, fecha que coincidió la irrupción de la tormenta económica mundial por los problemas crediticios y las hipotecas basuras de EE UU, el presidente del Gobierno ha negado públicamente en más de una veintenta de ocasiones la llegada de los tiempos duros para nuestra economía.
Uno de sus mayores errores de cálculo se produjo en septiembre, cuando en un alarde de optimismo llegó a manifestar que “los próximos datos económicos obligarán al PP a cambiar su discurso agorero sobre economía” sin percatarse de que más bien al contrario, las cifras macro posteriores precipitarían la sensación generalizada en los diferentes agentes económicos y en las familias de que la situación española empieza a ser preocupante.
Fue precisamente septiembre el mes en el que se produjeron más comentarios de euforia económica por parte del jefe del Ejecutivo, cuando aún se veía más lejana la posibilidad de una desaceleración dramática en nuestro país y los problemas de recesión en EE UU. En dicho mes, Zapatero realizó alrededor de siete anuncios destacando la solidez de nuestra economía y de su buena disposición para afrontar las turbulencias económicas mundiales. Incluso se atrevió a sacar pecho al asegurar que su Gobierno ha mejorado “la herencia y datos económicos” legados por el PP. También se colgó medallas al señalar que “este Gobierno es el que mejor ha sabido ahorrar y gastar de toda la democracia” e incluso tachó de “ocurrencia de algunos” el hablar de la posibilidad de recesión. Asimismo, recalcó en una comparecencia con el presidente de Brasil, Lula Da Silva, que los problemas hipotecarios que sufría entonces EE UU no llegarían a España.
En octubre, las declaraciones grandilocuentes sobre la economía comenzaron a bajar, por el acoso de la crisis del transporte en Barcelona por los fallos en las obras del AVE de modo que se redujeron hasta apenas tres intervenciones. En cualquier caso y para compensar los cada vez más evidentes síntomas de erosión de la economía, Zapatero hizo público su intención de elevar el salario mínimo hasta los 800 euros, sugirió rebajas de impuestos y la previsión de un nuevo superávit de la seguridad social. Asimismo, criticó las “voces agoreras” del PP sobre economía al destacar la tranquilidad económica imperante “demostrada en los máximos bursátiles que viven los mercados”.
En noviembre y diciembre el presidente hizo otra vez alarde de optimismo económico con manifestaciones al insistir en que el impacto de la crisis financiera mundial sería reducida. Fue en dicho mes cuando el Ejecutivo socialista ratificó su previsión de crecimiento económico para 2008 del 3%. Dio a conocer su voluntad de suprimir el impuesto de patrimonio y aprobó un plan de estímulo para fomentar el ahorro energético de las familias.
En enero de 2008 el presidente del Gobierno volvió a hacer hincapié en que “esta es la legislatura del crecimiento económico y de empleo”, restó importancia a los desplomes bursátiles y lanzó su medida estrella consistente en devolver 400 euros a los contribuyentes.
Fue a finales de enero cuando por primera vez el jefe del Ejecutivo español admitió en una conferencia compartida con la presidenta alemana Angela Merkel la existencia de una crisis económica, al pedir a la Unión Europea que actúe ante “cierta desaceleración económica”. También ya en febrero reconoció que estaban “pasando cosas en la economía” si bien matizó que “no había que exagerar”.
En conclusión que el “España va bien” popularizado por Aznar no solo vale a la derecha sino también a la izquierda y que se presta tanto para momentos de vacas gordas como para los apretones económicos, especialmente ante la cercanía de comicios electorales. Como dice Zapatero, “solo gana quien está seguro de ganar” y esto traducido a la nomenclatura económica viene a decir que si el Gobierno insiste en que la economía va bien, ¿que importa que la realidad diga lo contrario?
Ramón Aragonés
http://www.invertia.com/noticias/noticia.asp?idnoticia=1903491
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