A las ya clásicas crisis de los 40 y los 50, se le ha unido recientemente la crisis del mileurista. Los jóvenes que salen de la facultad tras su diplomatura, licenciatura y, en muchos casos, con un máster reciben un salario mucho más bajo que el de sus compañeros de colegio que han vivido al margen de la universidad. Como base, el trabajador sin estudios cobra el doble de lo que percibe un recién titulado.
De entre los oficios más lucrativos destacan los estibadores (cargadores de mercancía del puerto), cuyo sueldo base es de 2.500 euros. Reconocen que tras los pluses se sitúa en torno a los 3.500. Pero cuando se pregunta por el salario real, no no se obtiene respuesta.
Junto a este colectivo, que en los últimos años ha organizado sonadas huelgas para reivindicar derechos laborales, se sitúan dos que están de actualidad. Los maquinistas del metro perciben un salario mensual de casi 3.200 euros, un 30por cien más que hace cinco años. Y los conductores de la EMT cobran más de 2.900 euros brutos al mes.
Estos dos grupos de conductores son los que trasportan a su trabajo a recién titulados que, cobran 800 euros por ser farmacéutico o 900 por trabajar en una clínica veterinaria.
Según un informe publicado por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación (Aneca). Según afirma el estudio, el salario medio de los recién titulados asciende a 720 euros brutos. Los menos afortunados son los que se dedican a la educación tras convertirse en licenciados. 580 euros al mes. Por contra, los que en la misma rama optaron por la diplomatura cobran un 27 por cien más.
A estos bajos sueldos se le une la discriminación por sexos. Una mujer recibe 114 euros menos al mes que un hombre tras salir de la facultad. Un 15por cien menos.
Esta diferenciación no se soluciona con el tiempo aunque sí suben considerablemente los emonumentos. Tras pasar el umbral de los primeros cinco años de vida laboral los sueldos se duplican. Por ramas de conocimiento los salarios medios brutos son de mayor a menor cuantía: 2.107 euros para los licenciados en Enseñanzas Técnicas, 1.802 en Ciencias de la Salud, 1.652 en Economía y Empresa y 1.175 en Ciencias Sociales.
Al comparar los salarios de un recién titulado con las nóminas medias de los colegas de profesión, el aumento es del 85por cien. Desde los 720 euros a los 1.416. Los más afortunados son los que poseen licenciaturas técnicas, 1.827 euros al mes.
Los datos aportados proceden de una encuesta realizada cinco años después de acabados sus estudios a universitarios europeos graduados en el curso 1999/2000, para la que se encuestó a cerca de 40.000 en toda Europa y más de 5.500 en España, donde se ha contado con la participación de 48 universidades de diferentes comunidades autónomas.
Este plazo de espera, soportado por la necesidad del universitario de demostrar la valía de sus años de estudios, no siempre se mantiene en todos los campos. En clínicas y consultorios veterinarios (pymes con no más de dos asalariados) la situación no es mucho mejor. La media jornada se paga sobre los 500 euros mientras que la jornada completa no alcanza a convertirse en mileurista.
Al contrario que un celador, vigilante, conductor, policía la jornada nocturna, lejos de tener su necesario plus económico, llega a estar incluso peor pagada que el trabajo de día. El stock de licenciados es tan grande que el empresario tiene la posibilidad de rebajar los sueldos bajo el lema de ‘Como tú, hay mil’.
Por el contrario, el dinero fácil llama a la puerta de trabajadores que no buscan el empleo que les debería dar su título universitario. Hace dos años, el sector de las inmobiliarias proponía sueldos mímimos de 1.000 euros con plusvalías para los inexpertos vendedores que llegaban a duplicar el salario base que percibían.
Algunas pequeñas inmobiliarias llegaron a ofrecer a finales de 2006 hasta 2.000 euros al mes más un 5por cien del precio de venta de las viviendas que colocaron. Muchas de ellas hoy están cerradas.
En la obra, la situación sigue un patrón parecido. Según varias empresas consultadas, durante los últimos años ‘llegaban jóvenes que en meses se consideraban expertos y subían las tarifas con chulería’. Las empresas auxiliares de la construcción matizan que, por ejemplo, las puertas de las obras nuevas llegan al operario totalmente montadas por lo que el trabajo repetitivo que requieren no precisa de ningún arte.
No por su sabiduría, sino por la necesidad del momento, jóvenes de 20 años han entrado en las obras con salarios que sobrepasan los 1.500 euros al mes. Mientras tanto, los de su generación que optaron por la universidad siguen con su inversión académica. Un lustro después, el obrero ha duplicado su sueldo (3.000) mientras que el que tiene titulación universitaria debe ‘agradecer’ que su salario sea de 750 euros, cuatro veces menos.
La esperanza del universitario es que, tal y como afirma Aneca, el futuro debe estar lleno de reconocimientos en forma de subidas salariales.
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