El mercado inmobiliario ha acabado con los viejos versos de Antonio Machado. A los ‘españolitos’ que vienen hoy al mundo ya no les acompaña ‘una de las dos Españas’, sino otra menos ideológica pero más eficaz y contundente en términos económicos. La España de las hipotecas.
Los números no dejan lugar a dudas. El plazo medio de amortización de un préstamo hipotecario se ha situado ya durante el primer trimestre de este año en 27 años. Es decir, que teniendo en cuenta que la vida laboral media se encuentra en 35 años, periodo que permite cobrar el 100% de la base aseguradora de la pensión, la hipoteca acompaña al trabajador durante el 77% de su vida laboral. Nunca antes se había alcanzado un porcentaje similar. Ni siquiera aproximado.
Para llegar a esta conclusión sólo hay que tener en cuenta que en 1990 el plazo medio de amortización de una hipoteca era de 12 años. Por lo tanto, representaba apenas el 34% de la vida laboral media de un trabajador en activo. Quiere decir ello que, en apenas tres lustros, el número de años que como media se tarda en pagar una vivienda se ha más que duplicado.
Con razón, algunos analistas del mercado inmobiliario sostienen que la verdadera explosión hipotecaria y el consiguiente boom de la vivienda no está relacionado sólo con la bajada de los tipos de interés, sino más bien con el alargamiento de los plazos para amortizar un préstamo.
Algunas entidades, de hecho, ofrecen desde hace algún tiempo hipotecas a 50 años, algo impensable no hace demasiados años, cuando el mercado era menos sofisticado.
Modificación de los hábitos de consumo
El hecho de que el plazo medio de amortización haya pasado de 12 años en 1990 a 17 en 1995; y de 22 años en 2000 a los actuales 27 tiene una indudable repercusión social, toda vez que modifica los criterios de asignación de rentas en función de la edad. Los hábitos de consumo son distintos cuando la hipoteca está pagada que cuando aún faltan 15 o 20 años. Incluso tiene repercusiones sobre la movilidad laboral de los trabajadores. En la tradición continental europea, los padres que han dejado de pagar una hipoteca destinan una parte de sus excedentes a los hijos, algo que con los nuevos plazos será más difícil de realizar.
De seguir este ritmo, en 2015 la vida laboral (35 años) será equivalente a la de una hipoteca. Y hay que tener en cuenta que la edad de jubilación real se encuentra en estos momentos en 62,7 años, lo que significa que para que pueda pagarse la hipoteca durante la vida laboral habría que adquirir una vivienda a partir de los 28 años.
En caso contrario, el pago del piso tendrá que salir de la pensión –siempre que no se alargue la edad de jubilación- o de la venta de activos.
El alargamiento de los plazos hipotecarios tiene que ver, lógicamente, con el aumento de la cuantía media de los préstamos, que han pasado de los 44.786 euros en 1990 a los 144.000 de 2007, según datos de la Asociación Hipotecaria.
http://www.elconfidencial.com/buscador/noticia.asp?sec=6&id=22403&fecha=20/03/2007
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