Los sindicatos UGT y CC.OO. dieron ayer una nueva vuelta de tuerca a las movilizaciones en Madrid, en plena campaña electoral. Ayer anunciaron que los trabajadores de la Empresa Municipal de Transportes (EMT), en huelga desde el 22 de febrero, justo el día que se iniciaba la campaña electoral, se concentrarán mañana viernes, a las once de la mañana, en la plaza de Cibeles. Por si fuera poco, para el lunes, 3 de marzo, tienen prevista una manifestación, a las seis de la tarde, de Atocha a Cibeles, sede del Ayuntamiento.
Desde el mismo día en que se daba el pistoletazo de salida de la campaña electoral, ambos sindicatos han convocado y apoyado una ristra de paros. Ese mismo día, el 22 de febrero, empezó el de los autobuses públicos de la capital, que durará hasta el 12 de marzo si antes no se llega a un acuerdo entre empresa y organizaciones sindicales. Esa probabilidad es, de momento, muy difícil. Además, han anunciado otra huelga indefinida en el servicio municipal de recogida de basuras a partir del 3 marzo. Por si fuera poco, al día siguiente, el 4 de marzo, están llamados al paro los 65.000 empleados del servicio de limpieza que afectará, entre otros, a hospitales, universidades, colegios, Metro, aeropuerto de Barajas, ministerios y Presidencia del Gobierno.
Desde el Partido Popular se volvía a insistir que este frenesí de movilizaciones tiene un marcado carácter político y que no persiguen más que crear un «clima de tensión y de crispación justo en Madrid, «donde siempre se vota al PP» y para «dar la imagen, irreal, de que aquí todo funciona mal, cuando no es así». También se vinculan todas estas movilizaciones con el «deseo de tensión», ese desliz que se le escapó al presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, tras una entrevista televisada cuando creyó, equivocadamente, que el micrófono estaba ya cerrado.
El consejero de Sanidad madrileño, Juan José Güemes, volvió a arremeter ayer contra estos «quites» que los sindicatos están lanzado a Zapatero. Ya había dicho que el presidente del Gobierno «necesita una huelga en Madrid», algo que habría que enmarcarlo dentro de una «estrategia de tensión y dramatismo puro y duro». Añadió que «Zapatero lleva a la huelga al sector de la limpieza porque Madrid vota a un partido distinto al suyo y quiere impedir el buen funcionamiento de los servicios públicos».
Güemes fue ayer a más: calificó de «juego sucio» las acciones del presidente del Gobierno. «Zapatero se atreve, dijo el consejero, a pedir la confianza de los madrileños y les dedica suciedad y riesgos para la salud en colegios, hospitales y residencias de mayores».
Ayer se cumplió la tercera jornada de huelga en la EMT. Fue la primera de los paros parciales. Las dos primeras lo fueron de 24 horas. Los sindicatos calculan que paró el cien por cien de los trabajadores que no tenían servicios mínimos y la empresa no pasa del 40 por ciento de repercusión. Volvieron a repetirse las colas en las paradas y los enfados de usuarios. Hubo actos vandálicos en algunas cocheras y deterioros en lunas y espejos retrovisores.
El comité de huelga de la EMT reclama un mayor poder adquisitivo para los trabajadores y una serie de reivindicaciones sociales. Sin embargo, la empresa explicaba ayer que el pasado 19 de febrero se les ofreció una subida salarial del 7,36 por ciento de cara a los próximos cuatro años a cambio de obtener mejoras en la productividad y la disminución del absentismo laboral.
Según la EMT, no se puede hablar en términos de negociación porque no ha habido momento para discutir las propuestas. Los sindicatos aseguran que la empresa no tiene intención clara de negociar.
La EMT considera «rotundamente falso» que los trabajadores hayan perdido poder adquisitivo. Informa, incluso, que en la nómina de este mes de febrero se han incluido una media de 700 euros brutos por empleado para ajustar el Indice de Precios al Consumo (IPC) del año 2007. En total, se han desembolsado 5,3 millones de euros para toda la plantilla.
José María Fidalgo, secretario general de CC.OO., saltó ayer al ruedo de la polémica. Considera «grave» que la EMT «se niegue a negociar» y asegura que esta huelga no es política porque a los huelguistas les restan de su salario los días que hacen paro.
Desde diversas asociaciones de consumidores y, también de vecinos, se pide calma «antes de convocar tantos paros» porque se van a crear «demasiadas» molestias a los ciudadanos. Si se confirma, la de los servicios de limpieza, a partir del 4 de marzo, es una de las más temidas porque puede acarrear problemas de higiene en lugares tan sensibles como hospitales y colegios.
También afectará a Metro, donde se ha vuelto a recordar que tras varias semanas de huelga en diciembre y enero pasados, los sindicatos firmaron un convenio colectivo en el que se comprometían a una «paz social» hasta el año 2011, «por tanto, la huelga sería ilegal».
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