Ya no hay 20 candidatos para un solo puesto. Ya no hay por qué decir sí a jornadas inacabables y sueldos mediocres. Los jóvenes tienen ahora la sartén por el mango, al menos en las carreras de ciencias.
Arquitectos, ingenieros, médicos y enfermeros, entre otros profesionales, se permiten el lujo de elegir. Son las empresas las que tienen que cambiar sus condiciones para atrapar el talento. Los años de altísimo paro juvenil se han acabado.
Elena Navarro, directora de Desarrollo de Recursos Humanos de la tecnológica Indra, explica: «En una situación de pleno empleo como la que ha habido hasta hace nada, las compañías tienen que adaptarse porque, si no lo hacen, no se llevan a ninguno de los candidatos, que se van a otras empresas». «No es que esta generación nos vaya a cambiar, es que ya nos están obligando a hacerlo», añade. Directivos de ésta y otras compañías debatieron sobre gestión del talento ayer en un desayuno organizado por la ADM Business School en Madrid.
Según un estudio de la consultora People Matters, aunque dos de cada tres jóvenes (de 18 a 30 años) aceptarían la primera oferta de trabajo que les hiciesen, casi la mitad de ellos considera que puede negociar las condiciones laborales con una empresa.
¿Fieles? Lo justo
La fidelidad a la compañía en que dan sus primeros pasos es también relativa; si tienen que irse para triunfar, se van: según el mismo informe, el 40 por ciento de los encuestados (1.800 jóvenes españoles) no descartan cambiar de empresa para crecer profesionalmente.
Los nuevos jóvenes han estado de Erasmus, explica Navarro, son licenciados o posgraduados, saben idiomas. No hay tantos candidatos que respondan a las necesidades de la empresa, señala: jóvenes salidos de escuelas técnicas y facultades de ciencias. Son pocos y no están dispuestos a ser esclavos del trabajo como fueron sus padres; quieren vivir la vida. ¿Cómo retenerlos?
«Cedemos en flexibilidad, todas las empresas lo están haciendo», afirma Navarro. «Damos la posibilidad de tener horarios flexibles y fórmulas de teletrabajo».
En Morgan Stanley también pelean por retener el talento. Lo hacen, entre otras vías, a golpe de libro. Según Javier Blanco, director de Recursos Humanos del banco de inversión, becan a estudiantes universitarios. La entidad paga una parte del precio de un máster en banca privada. Los forman para que en el futuro trabajen allí. «Saber que la empresa se interesa por ti es muy importante», dice Blanco.
Otra fuente consultada explica: «Es tal la sensacion de estrés por conseguir ese talento que estamos yéndonos a modelos más blandos. Pero al cambiar hay que tener claro cuál es la identidad de la empresa… y si quieres conservarla».
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