Para más de 129.000 alumnos de colegios de la provincia la jornada escolar se alarga. Las obligaciones laborales de sus padres les impiden regresar a casa al terminar el horario escolar, y muchos de ellos pasan más de diez horas en el que consideran ya su primer hogar. Son 328 los colegios de la provincia acogidos al Plan de Apertura de Centros de la Junta de Andalucía, cuyo objetivo es ofrecer una jornada escolar completa a través de tres servicios concretos: aula matinal, comedor escolar y actividades extraescolares. Para el próximo curso está previsto que esta cifra alcance los 133.827 alumnos, número de plazas que la Junta pone a disposición de los padres, que podrán solicitar estos servicios en el mes de junio.
De hecho, el número de alumnos acogidos a alguno de los servicios de este Plan de Apertura se ha visto quintuplicado en sólo cinco años, pasando así de los 26.989 estudiantes inscritos en el curso escolar 2002-03 a los 129.570 actuales. Para estos menores, el día comienza a las siete y media de la mañana, hora en la que llegan al aula matinal medio dormidos. Este servicio varía según los centros ya que, sin establecerse una actividad reglada estándar, son los propios colegios los que fijan las medidas de vigilancia y atención educativa. Durante esta hora y media los niños ven películas, realizan manualidades o echan una temprana siesta si tienen demasiado sueño.
Tras hora y media en este ‘aula despertador’ los niños pasan, como el resto de sus compañeros, al horario lectivo habitual, cuyas clases les llevarán hasta las dos de la tarde. Con el sonido de la campana, los 129.000 niños malagueños inscritos en estos servicios cargan su mochila hasta el comedor, donde permanecerán hasta el comienzo de las clases extraescolares, que en el mejor de los casos les mantendrán en el centro educativo hasta las cinco de la tarde. Algunos pueden salir incluso a las siete de la tarde, con lo que habrían pasado la mitad del día -doce horas- en el colegio.
La mayoría de los padres muestra su descontento con la idea de dejar a sus hijos tantas horas a cargo del centro educativo, pero la imposibilidad de armonizar su jornada laboral con el cuidado de sus hijos les obliga a matricular a los niños en toda clase de servicios y actividades extraescolares.
A esta motivación se suma el argumento de muchos progenitores, que consideran que los menores están mejor en el colegio que en cualquier otro sitio. Éste es el caso de Rafael Mostazo, padre de tres hijos, cuyo horario laboral le impide ‘pasar el tiempo que quisiera con mis hijos’. Mostazo considera: ‘En el colegio al menos aprenden algo y no están todo el día tirados en la calle’. La madre de Israel, Conchi Martín añade: ‘A él le gusta y a mí me viene bien porque a la hora que salgo del trabajo no me da tiempo a recogerlo’.
En la mayoría de los casos estos servicios son gratuitos o están subvencionados hasta en un 50 por ciento, unos precios que animan a los padres a matricular a sus hijos. ‘Prefiero que tenga alguien pendiente de que aprenda algo y le ayude con los deberes’, comenta Dolores Toro, la madre de Carolina, que está inscrita en el servicio de comedor y en clases extraescolares.
Así, muchos padres ven en estas actividades una salida a su falta de formación que les impide ayudar a sus hijos con los deberes. En otros casos, el colegio se convierte en una guardería a tiempo completo que libra a los progenitores de la engorrosa tarea de educar a sus hijos.
Administrativos de varios centros educativos comentan que hay padres con niños de tres años que acuden a los colegios a preguntar cuál es el tiempo máximo que pueden estar sus hijos en el centro, sin interesarse siquiera por las actividades que desarrollarán.
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