Con el triunfo electoral ya en el bolsillo, el ministro de Economía en el primer Gobierno de Zapatero, Pedro Solbes, admitía en la pasada semana la existencia de síntomas de “una clara desaceleración” en la economía española. La reflexión de Solbes eludía la palabra crisis, pero suponía un cambio de escenario con respecto a la negación de un problema grave en la economía española defendida por Zapatero durante la campaña de las elecciones generales. Ya el Banco de España advertía en su último boletín de la existencia de una desaceleración “algo más pronunciada” de lo previsto. Una corriente mundial que en Estados Unidos ha provocado que en esta misma semana la Reserva Federal bajará un 0,75% los tipos de interés para dinamizar un mercado sin liquidez. En Salamanca, la situación de crisis ha generado que en los últimos dos años el poder adquisitivo de los trabajadores haya disminuido “entre 250 y 300 euros mensuales”, señala Agustín Rodríguez, secretario provincial de UGT. Los culpables, dos: la inflación y las hipotecas.
El secretario provincial de UGT cifra en unos 200 euros mensuales la subida de las cuotas de los créditos hipotecarios en los dos últimos años, por apenas ochenta euros más de media de los salarios de los trabajadores de la provincia. El alza de la inflación, que galopaba en Salamanca al 4,2% en febrero, ha hecho el resto. “Éste va a ser un año muy complicado porque la mayoría de los trabajadores salmantinos mantiene una hipoteca inmobiliaria”. El poder adquisitivo de las familias está siendo, de esta manera, uno de los grandes perdedores de la crisis mundial de la economía. Desde CCOO, su secretario provincial, Ángel Álvarez, recuerda que “el 72% de los asalariados tiene cláusula de revisión salarial, pero un 28% carece de ella, por lo que cualquier subida excesiva de precios repercute en ellos”. Rodríguez añade que la clase trabajadora salmantina carece de “reservas para poder hacer frente” a la crisis al contar con unas condiciones laborales y unos salarios “por debajo de la media nacional”.
Caída del consumo
El Banco de España reflejaba en su último boletín otra muestra de la situación de desaceleración de la economía: la caída del índice de confianza de los consumidores a niveles de mayo del año 1994. “Existe un medio ambiental. La gente está actuando en defensiva, pensando en ahorrar y no en gastar, sobre todo en artículos de calidad, lo que se está traduciendo en una rescisión del consumo”, valora Pedro Sáez, presidente de la Asociación de Empresarios Salmantinos de Comercio (Aesco). Sáez señala, no obstante, que la crisis “es un bache” y apuesta por aplicar medidas destinadas a proteger al pequeño comercio como elemento “reactivador” de la economía y para evitar el cierre inmediato de algunas tiendas. “Muchos comercios no van a poder aguantar este tirón fuerte del descenso de las ventas”.
Esta crisis mundial está afectando, no obstante, también a las empresas. El secretario general de la Confederación de Organizaciones de Empresarios Salmantinos (Confaes), Bernabé Cascón, sostiene que los síntomas que nos llegan “no son nada tranquilizadores” y pide al Gobierno que “admita de una vez lo que está ocurriendo. Es lo que más prisa corre, para se apliquen ya políticas que mejoren la situación”. Un análisis que comparte José Luis Zarza, presidente de la Cámara de Comercio, quien considera que la crisis será mayor en Salamanca que en otras partes de España ya que las posibilidades de recolocación de los trabajadores que pierdan su empleo en este contexto de desaceleración mundial son “casi nulas”. Mientras, el barril de petróleo de Brent, el de referencia en Europa, se cotizaba ayer en Londres a casi cien euros, un precio que ha llevado al gasóleo a batir un récord histórico en estas Semanas Santas, 1,135 euros el litro al inicio de las vacaciones, por encima de la gasolina. Un efecto más de la crisis que los españoles están comprobando en estas fiestas cada vez que repostan sus vehículos.
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