El gigante empresarial Samsung, responsable del 20 por ciento de las exportaciones de Corea del Sur, cumple este sábado 70 años en plena crisis a raíz de un caso de sobornos generalizados y diversas irregularidades.
La compañía está sometida a investigación desde que el ex asesor judicial de Samsung, Kim Yong-chul, denunciara a finales del pasado año al conglomerado, un escándalo que pone de relieve la interconexión entre el poder económico y político en Corea del Sur.
Kim confesó que, durante su paso por Samsung, sobornó a políticos, fiscales y funcionarios con el fin de facilitar la transición de poder de las manos del actual presidente, Lee Kun-hee, a las de su hijo, Lee Jae-yong.
Al parecer Lee hijo empleó dinero de su padre para comprar a un precio muy inferior al real bonos convertibles de Samsung Everland, una filial de la compañía, lo que le permitió lograr una gran cuota de poder dentro de la primera empresa de Corea del Sur.
Además Samsung creó un fondo de 200.000 millones de wones (unos 210 millones de dólares) mediante argucias contables para sobornar a diversos altos cargos y engrasar el proceso hereditario de los Lee.
El grupo Samsung mantiene una estructura de control circular.
Comienza por Samsung Everland, que maneja la aseguradora Samsung y que al mismo tiempo controla buena parte de acciones de Samsung Electronics, hasta revertir de nuevo el proceso en Everland.
Controlar Everland significa controlar el grupo.
El año pasado dos directores de Samsung ya fueron condenados por causar pérdidas económicas a la compañía con la venta de bonos a un precio muy bajo, pero ni el presidente ni su hijo se vieron salpicados.
Según el ex asesor legal de Samsung, el grupo manipuló datos y testimonios durante aquel juicio, además de sobornar a la alta jerarquía judicial del país.
La compañía niega las acusaciones pero, mientras, los investigadores del caso ya han llamado a declarar a Lee hijo y han registrado la sede central de Samsung y la residencia personal del presidente.
Los expertos consideran que uno de los momentos clave del caso será la declaración ante la justicia del presidente de la compañía, que asumió la dirección de Samsung hace 20 años y que nunca fue acusado por la justicia del país, a diferencia de los dirigentes de los otros grandes conglomerados surcoreanos.
De momento se desconoce cuándo declarará Lee Kun-hee, de 66 años.
Pese a que la investigación continúa abierta, predomina el escepticismo generalizado en cuanto al resultado que puedan deparar las pesquisas.
Algunos expertos ponen en duda si las autoridades a cargo del caso tienen la voluntad de llevar a cabo una investigación exhaustiva, a sabiendas de que Samsung destruyó las pruebas de forma sistemática.
Analistas locales señalan que el problema de Samsung reside en que su papel no se limitó al terreno económico pues llegó incluso a controlar el sistema político del país, a través de relaciones peligrosas con políticos y funcionarios.
Varias de las personas que, según Kim, fueron sobornadas por Samsung no han sido investigadas y continúan sentados en sus sillones del alto funcionariado surcoreano.
Es el caso del jefe del espionaje y ex ministro de Justicia, Kim Sung-ho, o del asesor jefe presidencial, Lee Jong-chan, que forman parte de la lista de acusados de haber recibido periódicos sobornos.
Samsung forma parte de la mitología económica en Corea del Sur y es el mejor ejemplo de la empresa de los sueños de los jóvenes del país.
Tanto es así que se ha llegado incluso a extender la idea de que, si cae Samsung, se hundirá la economía del país.
De hecho el grupo representa más del 20 por ciento de las exportaciones totales surcoreanas y cuenta con 58 filiales, entre las que destacan Samsung Electronics, el mayor fabricante de chips del mundo, y Samsung Heavy Industries, el segundo mayor astillero del mundo.
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