La OCDE considera que Europa debe tomar medidas para reducir la brecha transatlántica respecto al número de horas trabajadas.
En Estados Unidos, una persona empleada trabaja como media 41 horas semanales y no toma más que dos semanas de vacaciones al año; en Europa, trabaja 38 horas y tiene cuatro semanas de vacaciones anuales y otros permisos pagados. No es extraño, pues, que el Producto Interior Bruto (PIB) por habitante sea más elevado en EEUU que en Europa, y que la diferencia se deba sobre todo al número medio de horas trabajadas.
En 2005, el número anual de horas trabajadas en EEUU era un 15% superior a la media de la Unión Europea. Los factores que explican las diferencias en el número de horas trabajadas en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) han sido analizados en un capítulo del reciente informe Going to Growth 2008, que llega a las siguientes conclusiones:
– Las diferencias entre el número de horas trabajadas en EEUU y en Europa se deben en un 50% a un tiempo de trabajo semanal más reducido, sobre todo entre las mujeres, y el otro 50% a una duración anual del trabajo más corta en Europa.
Hacia mediados de los años 70, los europeos trabajaban más horas que los estadounidenses, pero la tendencia empezó a cambiar desde mediados de los años 80, con un declive más acusado del tiempo de trabajo en Europa. En 2005, en la UE (de 15 países), la media de horas trabajadas era levemente superior a 1.650, mientras que la media de la OCDE era de 1.815 y en EEUU del orden de 1.900.
Según este informe, la diferencia entre la media de horas trabajadas semanalmente en Europa y en EEUU se debe, en un 40%, a la mayor proporción de trabajadores a tiempo parcial en Europa. Holanda, por ejemplo, es el país con más trabajadores a tiempo parcial, con un 45% del total. Pero si se desagregan los datos por sexos, se observa que en el caso de los hombres las diferencias en la semana laboral entre los trabajadores americanos (41,3 horas) y europeos (40,7) son mínimas, mientras que son significativas en el caso de las mujeres (36,1 horas frente a 32,3). Las europeas, tanto si trabajan a tiempo completo como a tiempo parcial, trabajan menos horas que las americanas.Los impuestos marginales, que como media son más altos en Europa, inclinan a trabajar menos horas. Estos efectos fiscales parecen afectar sobre todo al segundo aportador de renta en la familia, generalmente la mujer. Esto refleja también que ella es la que confronta más los beneficios laborales con las necesidades de la atención de la casa y de los niños.
Junto al nivel impositivo, también influyen los subsidios familiares y otros beneficios fiscales que en muchos países europeos pueden incentivar el trabajo a tiempo parcial; por ejemplo, si a partir de cierto nivel de renta familiar se pierden los derechos a ciertos subsidios.
– La reglamentación del tiempo de trabajo es más flexible en EEUU y en otros países no europeos que en el Viejo Continente. En la UE, la duración de la semana laboral (incluyendo horas extras) no puede pasar de 48 horas (excepto en el Reino Unido, donde no hay límite fijado), mientras que en EEUU, Japón y Australia la ley no establece nada.
Sin embargo, en la gran mayoría de los países de la OCDE, el límite más allá del cual hay que pagar horas extras son las 40 horas semanales. Solo Francia y Bélgica tienen una semana laboral más corta.
La mayor parte de la distancia entre el número de semanas trabajadas en EEUU y en Europa se deben a la diferencia en los días de vacaciones. En EEUU no está fijado el mínimo de vacaciones pagadas y en Asia y en Canadá el periodo vacacional es más corto que en Europa. En la UE, las vacaciones tienen una duración media de tres semanas y media, y más de cuatro semanas en algunos países.
Las variaciones en el número de semanas trabajadas dependen también de los permisos legales por maternidad y enfermedad. En EEUU no hay un mínimo legal, sino que se establecen acuerdos entre trabajadores y empresarios.
– La legislación sobre la protección del empleo y la reglamentación sobre la competencia –más estrictas en Europa– van asociadas a cierta reducción en la duración semanal del trabajo en el caso de los hombres.
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