La cadena alemana de supermercados Lidl publicó ayer un anuncio a media página en los principales diarios alemanes en el que se disculpaba ante sus empleados tras el escándalo surgido al descubrirse que muchos de ellos eran espiados sistemáticamente para conocer también sus datos reservados.
En caso de que los empleados «se sientan desacreditados y heridos personalmente, lo lamentamos profundamente y nos disculpamos expresamente», señala el anuncio de Lidl, en el que la empresa dice sentirse «muy afectada» por la acusación de que los trabajadores de la cadena han sido espiados por una agencia de detectives.
Lidl reconoce que la impresión de que sus trabajadores han sido espiados sistemáticamente de ninguna manera se corresponde con la actitud de la empresa hacia ellos.
Asimismo justifica la contratación de agencias de detectives por el hecho de que Lidl perdió el pasado año 80 millones de euros por los robos cometidos por clientes en sus sucursales.
Tras señalar que esas agencias fueron contratadas sólo con el fin de aclarar y evitar robos, reconoce que «en casos aislados los detectives redactaron protocolos suplementarios con datos personales de empleados, que nosotros no deseábamos».
«Hemos aprendido de lo sucedido y en el futuro trabajaremos de manera conjunta con nuestros empleados para evitar pérdidas por robos», señala finalmente el anuncio, en el que se subraya que «los 48.000 trabajadores están todos los días ahí para atender» a los clientes, a los que pide que «sigan depositando su confianza en nosotros».
El escándalo en torno a la cadena Lidl, con filiales en numerosos países europeos, también en España, fue desatado por la revista «Stern», que en su última edición denuncia, bajo el título «Stasi Lidl», en referencia a la policía política de la extinta RDA, el espionaje sistemático de empleados en los supermercados.
Según el semanario, en muchas dependencias analizadas se habían instalado cámaras con las que no sólo se registraban los robos sino también todo tipo de movimientos de los empleados.
En los protocolos internos confeccionados con los datos de las cámaras figuraban, entre otros, la frecuencia con la que los trabajadores visitan el servicio o las relaciones amorosas entre empleados.
La mayoría de los informes internos de Lidl en poder de la revista proceden de filiales en el estado federado de la Baja Sajonia y, en menor medida, de Renania-Palatinado, Berlín y Schleswig-Holstein.
Al parecer, el método de actuación del servicio interno de espionaje de la cadena Lidl era siempre el mismo y comenzaba con la llegada a primera hora del lunes a la filial de turno de un equipo de detectives.
Estos instalaban entre cinco y diez cámaras miniatura antes de la llegada de los trabajadores y en presencia del director de la filial, a quien se aseguraba que su fin era ayudar a detectar a clientes que roban.
Sin embargo, los detectives al servicio de Lidl dedicaban sus actividades observadoras a controlar minuciosamente el trabajo de los empleados y apuntar incluso rasgos de personalidad con frases como «introvertida y de aspecto ingenuo».
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