Los europeos son sedentarios pese a las crecientes demandas de movilidad laboral, pues son pocos los que se mudan a otras zonas de su país por razones profesionales y menos aún los que lo abandonan para trabajar en otro Estado, según el estudio ‘Movilidad laboral y vida familiar’, financiado por la Comisión Europea y que se ha llevado a cabo en Alemania, Francia, España, Polonia, Suiza y Bélgica a partir de 7.220 entrevistas a trabajadores de entre 25 y 54 años.
Pese a su escasa utilización de la movilidad geográfica, los europeos invierten mucho tiempo en desplazamientos hasta el lugar de trabajo o en viajes profesionales que, temporalmente, les mantienen lejos de sus hogares. De hecho, casi uno de cada dos trabajadores europeos ha tenido o tiene experiencia en alguno de estos tipos de movilidad laboral.
La forma más frecuente de movilidad es el tiempo empleado en el transporte. El 41% de los trabajadores ‘móviles’ dedica más de dos horas en ir y volver del trabajo todos los días. Por su parte, el 29% se ve obligado a dormir más de 60 noches al año fuera de su casa bien por viajes de negocio, bien porque su trabajo está tan lejos de su hogar que no puede volver a él diariamente o porque son trabajadores de temporada.
Son pocos los que se han mudado a otros municipios por razones laborales, únicamente el 14%, y sólo el 4% se ha ido al extranjero a trabajar. Hay incluso un 12% que es ‘móvil’ en más de una de estas formas.
El estudio constata que existen pocas diferencias entre los países objeto del estudio. Alemania, con un 18%, es el país con mayor grado de movilidad laboral, mientras que Suiza, con una tasa del 13%, se encuentra a la cola. España, por su parte, tiene una tasa de movilidad del 14%.
En los últimos 20 años, las demandas de trabajadores ‘móviles’ han aumentado notablemente, de manera que los trabajadores de 30 años tienen ya más experiencias de movilidad laboral que los que han cumplido los 50.
POCO POTENCIAL PARA ELEVAR LA MOVILIDAD
La movilidad laboral en Europa no es muy elevada, pero es que además el potencial para que este fenómeno aumente es limitado. Así, más de la mitad de los trabajadores que no son ‘móviles’ se muestran reacios a serlo o en todo caso lo serían en circunstancias muy concretas.
La forma de movilidad que más rechazo o suspicacia genera es la que implica cambiar de lugar de residencia o mudarse y la que menos, la de soportar largos trayectos para ir al trabajo.
Los trabajadores europeos varones son más ‘moviles’ que las mujeres, los jóvenes más que los mayores, y los que tienen estudios universitarios más que los trabajadores menos cualificados. Además del sexo, la edad y el nivel educativo, en la disposición hacia la movilidad influye el tamaño de la empresa. Así, los empleados de multinacionales son más ‘móviles’ que los que trabajan en pymes.
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