De lo suyo sabe mucho y por ello se le puede considerar casi un genio, pero su cariñoso apelativo no le viene por este motivo. Tampoco, porque todo sea relativo, sino todo lo contrario ya que, como buen psicólogo, todo lo analiza, interpreta y reflexiona.
Su apodo le viene por la destartalada melena que, en los últimos tiempos, le da una pinta, aún más si cabe, de genio despistado.
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