No sabemos si será cocina española, internacional, china o francesa. Si le gustará más la escuela de Ferrán Adriá o la de Paul Bocuse, pero el caso es que lo tiene muy claro: en breve, esto de vender va a pasar a mejor vida, lo mismo que él, ya que tiene su futuro planificado en la ciudad de los rascacielos.
El restaurante en el que perpetrar sus guisos, es otra cosa. En cuanto lo conozcamos, lo avisaremos para saber a donde no se debe de ir ya que, conociéndole, en lugar de sal es probable que eche azúcar y, en lugar de pimentón, le dé por añadir detergente, pero sin maldad.
Cosas de los despistes.
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