Hay una COO que empieza a confundir su despacho con su residencia habitual. Sus compañeros aseguran que ya ven sus pantuflas bajo el escritorio y algún día le han visto en pijama…
¿Casualidad o síndrome del «me he mudado sin darme cuenta»?
Dicen que cada vez que intenta salir, un email urgente, una llamada inesperada o una “reunión rápida” la hace girar sobre sus talones como en una coreografía no deseada. Y cuando, por fin, tiene un hueco y propone asistir a algún evento externo, sus jefes le responden con un rotundo “mejor no”.
Ahora vive atrapada entre el Excel y el microondas de la oficina, cuestionándose su futuro…