Cierto CSO, siempre a la vanguardia de la innovación, está empezando a desarrollar una relación amor-odio con ChatGPT. Al principio, lo usaba para agilizar informes y preparar presentaciones, pero tras un par de respuestas demasiado creativas y alguna que otra «interpretación libre» de sus peticiones, ha empezado a mirarlo con recelo. La gota que colmó el vaso fue cuando, en plena reunión, citó textualmente un dato generado por la IA… que resultó ser más ficción que realidad. Pero lo que realmente le está sacando de sus casillas es ver que su equipo no deja de usarlo para todo: desde redactar correos hasta idear estrategias. “¿Es que nadie piensa ya por sí mismo?”, siempre pregunta en voz alta.
¿Será este el principio de una cruzada contra la IA en su empresa?