Cada enero, los directores de Recursos Humanos se prometen a sí mismos grandes cambios: “Este año responderé todos los correos a tiempo”, “No revisaré LinkedIn en horario laboral”, “Voy a hacer pausas activas de verdad y no solo para ir a por café”… Pero, como siempre, la realidad ataca sin piedad.
Llevamos solo unas semanas del año y ya hay informes sin leer, reuniones que pudieron ser emails (pero que no lo fueron) y un plan de bienestar laboral que sigue en la carpeta de “pendiente”. Todo esto, por no entrar a hablar de sus propósitos personales (como dejar la cerveza entre semana…)