Hay una empresa tan obsesionada con la decoración de la oficina que los empleados ya no saben si trabajan en una compañía o en un showroom de cortinas…
Mientras las reuniones de dirección se alargan debatiendo si el beige arena transmite más productividad que el gris tormenta, los empleados siguen esperando respuestas sobre sueldos, horarios… No tienen ni papel para la impresora.