Ya prácticamente inmersos en la Navidad, los villancicos, los dulces y las decoraciones festivas invaden todos los espacios. Sin embargo, hay gente muy reacia a dejarse llevar por esta forzada felicidad festiva.
Esta directora de RRHH no es que sea la alegría de la huerta, precisamente, y en estas fechas tan señaladas queda demostrado. Cada vez que oye un villancico, cada vez que alguien recuerda lo próximo que está el fin de año, su cara cambia drásticamente. Según cuentan sus compañeros más cercanos, incluso ha llegado a prohibir las reuniones temáticas navideñas y los intercambios de regalos en años anteriores, bajo la excusa de «mantener el foco en los objetivos anuales». Aunque algunos lo ven como una manera práctica de evitar distracciones, otros aseguran que esa actitud es más la de un Grinch amargado intentando sabotear el espíritu navideño.