Todo empezó como una misión sencilla: comprar décimos de lotería para toda la plantilla. Pero el director de RRHH se encontró atrapado entre empleados pidiendo números específicos…
Tras horas en la cola de la administración, regresó victorioso… hasta que alguien dijo: «¿Y mi décimo? ¿No me apuntaste?». La próxima vez, mejor que toque el Gordo para compensar el drama.