Un director de Recursos Humanos, hombre acostumbrado a gráficos de Excel, acaba de hacer el descubrimiento más revolucionario de su carrera: TikTok. Todo empezó cuando sus hijos adolescentes, hartos de que no entendiera sus referencias a bailes extraños y memes, le instalaron la app con la esperanza de modernizarlo un poco. Lo que no sabían es que estaban a punto de desatar una tormenta.
Ahora, en lugar de hablar de KPIs o la política de vacaciones, el director no para de lanzar ideas sobre cómo «viralizar» la cultura corporativa.
Desde entonces, los pasillos de la oficina se han convertido en sets improvisados, y ya nadie está a salvo de aparecer en un video con un filtro de gato o bailando una coreografía de moda. El director insiste en que esto no es solo diversión, sino una estrategia de “engagement”.