Este director de RRHH no consigue librarse de los resfriados en verano. La razón no es otra que el aire acondicionado, siempre encendido para combatir el calor español. Cada mañana, este director llega decidido a trabajar, pero pronto se encuentra luchando contra el frío constante que emana de las rejillas.
Aunque ha intentado ajustar la temperatura, sus esfuerzos no han dado resultado. La oficina parece tener una mente propia y prefiere mantener un ambiente helado. Como resultado, se pasa el día con pañuelos y pastillas para el resfriado, enlazando un costipado tras otro. Sus colegas no pueden evitar comentarlo con una mezcla de preocupación y diversión. Este verano, el verdadero desafío del director no es la gestión del personal, sino cómo escapar de los efectos del aire acondicionado y no perecer en las olas de calor.