Cada mañana antes de comenzar su jornada, este directivo se acerca a la cocina de la oficina y se pone manos a la obra preparando cafés para todo su equipo.
Este rincón de la oficina se transformado en una improvisada cafetería de especialidad. Sus compañeros hacen fila para probar sus capuccinos, macchiatos y flat whites, y el aroma del café fresco se ha convertido en el nuevo perfume de la oficina.
Se rumorea que hasta los ejecutivos de otras empresas están interesados en ficharlo… ¡pero como barista!