Este CEO ha llevado su obsesión por la organización a un nivel completamente nuevo. Inspirado por el método de Marie Kondo, ha implementado una política estricta de «alegría» en la oficina. Ahora, cada empleado debe evaluar sus pertenencias de trabajo con la famosa pregunta: «¿Esto me trae alegría?» Si la respuesta es negativa, ese objeto debe desaparecer. Desde tazas de café personalizadas hasta viejas carpetas de proyectos obsoletos, nada se salva de la implacable purga de este CEO. Se dice que incluso los documentos digitales no se libran, con discos duros y correos electrónicos siendo meticulosamente revisados para eliminar el «ruido» innecesario.
Los empleados están divididos. Algunos aplauden la nueva política, alegando que un espacio de trabajo más limpio y ordenado ha mejorado su productividad y bienestar. Sin embargo, otros, están menos entusiasmados. «No puedo trabajar sin mis notas adhesivas y mis montones de papeles,» se quejan.