En esta empresa, a la que algunos denominan: «Abrazos Corporativos S.A.», las mañanas comienzan con un ritual único que ha puesto a la empresa en boca de todos.
Cada día, a las 9:00 en punto, la sirena no marca el inicio del trabajo, sino el momento de los abrazos matutinos obligatorios. Los empleados, aún con café en mano y caras somnolientas, se reúnen en el vestíbulo.
«¡Hora del abrazo!» grita el jefe de Recursos Humanos, conocido cariñosamente como «El Maestro de Abrazos». Desde los becarios hasta el CEO, nadie escapa a este abrazo colectivo. La norma es clara: un mínimo de 10 abrazos por persona antes de empezar la jornada laboral.
Y así, cada mañana, entre risas y abrazos, esta empresa sigue demostrando que, a veces, el mejor equipo se construye con un buen apretón… de cariño.