Dos miembros del sector de los Recursos Humanos lograron lo que parecía imposible: infiltrarse en los pasillos de una empresa con unos estrictos controles de seguridad. Su objetivo era reunirse con un importante CEO que les esperaba en la recepción de las oficinas. Sin embargo, aprovechando la hora punta y la marea humana en la entrada, estos dos improvisaron un sigiloso plan. En lugar de esperar pacientemente su turno, se fueron colando entre los empleados y visitantes que entraban, sin levantar ninguna sospecha.
La escena fue digna de una película de espías. Con una confianza que solo podría compararse con agentes de la CIA, evitaron todos los torniquetes y revisiones. Una vez dentro, se movieron con total naturalidad, como si pertenecieran allí desde siempre.